13 Argumentos sobre la Santísima Trinidad, y la Divinidad de Cristo

Embárcate en un fascinante viaje hacia los fundamentos del Cristianismo. Exploraremos juntos la misteriosa conexión entre Dios, Jesucristo y el Espíritu Santo, abordando 13 argumentos teológicos que podrían desafiar tus perspectivas y profundizar tu comprensión espiritual.

Comenzamos este recorrido con una sólida introducción a la doctrina de la Trinidad, un concepto esencial en la teología cristiana. La Trinidad busca explicar la naturaleza de Dios como un solo ser divino revelado en tres personas: el Padre, el Hijo (Jesucristo) y el Espíritu Santo. 

Este enfoque central de la fe cristiana es un misterio que ha cautivado a creyentes a lo largo de la historia y continúa siendo objeto de profunda reflexión y estudio.

Acompáñanos en nuestro más reciente post, donde te sumergirás en una exploración que va más allá de lo ordinario. En esta inmersión profunda, desvelaremos las evidencias sobre la Trinidad y la divinidad de Cristo, un tema que ha intrigado a generaciones enteras.

Este post no es solo una explicación teológica, es una invitación a adentrarte en las profundidades del misterio divino, para comprender de nuevas maneras la relación entre Dios, Jesucristo y el Espíritu Santo. ¿Estás listo para descubrir lo que quizá nunca antes habías considerado?

No te pierdas esta reveladora experiencia, donde 13 evidencias teológicas nos guiarán en la comprensión del misterio de la Trinidad y de la divinidad de Cristo. ¡Acompáñanos y sumérgete en esta apasionante reflexión!

La doctrina de la Trinidad es un pilar central en la teología cristiana, el cual busca explicar la naturaleza de Dios como un ser único en tres personas distintas: el Padre, el Hijo (Jesucristo) y el Espíritu Santo. 

Este concepto presenta a un Dios que es, en un sentido, uno; y, en otro sentido, tres. Cada una de estas tres personas es completamente Dios: el Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios. 

Sin embargo, el Padre no es el Hijo ni el Espíritu Santo; el Hijo no es ni el Padre ni el Espíritu Santo; y el Espíritu Santo no es ni el Padre ni el Hijo. Es decir, son uno en esencia, sustancia, carácter, voluntad y propósito, pero tres en personas y funciones.

A lo largo de la historia, han surgido diversas interpretaciones que niegan o cuestionan la doctrina de la Trinidad. La más difundida es la que afirma que solo el Padre es Dios, lo que implica que el Hijo, aunque es reconocido como el redentor del mundo, no es igual en divinidad con el Padre. 

Según esta postura, Jesucristo es la primera y más importante creación de Dios, pero no es coeterno ni consustancial con Él. En esta misma línea, el Espíritu Santo es visto no como una persona, sino como una fuerza o poder emanado de Dios.

Otra interpretación significativa, dentro de aquellos que niegan la Trinidad, es el «modalismo». En este enfoque, se afirma que Dios, en lugar de ser tres personas distintas, es una única entidad que se manifiesta en tres formas diferentes. 

Según esta perspectiva, Dios se revela como Padre en el Antiguo Testamento, como Hijo durante la encarnación, y como Espíritu Santo desde Pentecostés. Este enfoque rechaza la idea de tres personas y, en su lugar, sostiene que Dios se presenta de maneras diferentes en momentos distintos de la historia.

Algunos consideran la Trinidad como un misterio incomprensible y una paradoja divina. Es cierto que muchos aspectos de la Deidad son profundos y difíciles de entender plenamente, y que solo en el cielo llegaremos a comprenderlos en su totalidad. Sin embargo, en este post exploraremos los sorprendentes detalles que Dios ha revelado en Su Palabra sobre este tema.

Dijimos que íbamos a presentar 13 argumentos claros y contundentes a favor de la Trinidad y la divinidad de Cristo, así que comencemos por los más evidentes y claros.

Textos bíblicos que afirman que Jesús es Dios

Juan 1:1 dice: «En el principio era el Verbo», refiriéndose, por supuesto, a Jesús. Luego dice: «y el Verbo era Dios».

En Juan 20:28, Tomás le dice a Jesús: «¡Señor mío, y Dios mío!», y Jesús no desaprueba el comentario.

Tito 2:13 dice: «aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo».

Romanos 9:5 dice que según la carne, vino Cristo, «el cual es Dios sobre todas las cosas».

Colosenses 2:9 nos explica que «en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad».

En 1 Timoteo 3:16 nos dice que «indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad». ¿Por qué es grande el misterio? Bueno, precisamente por lo que explica después: «Porque fue Dios mismo el que se manifestó en carne».

En Romanos 8:9 habla del Espíritu de Dios y del Espíritu de Cristo indistintamente, como siendo lo mismo.

Y en Filipenses 2:6 dice que Jesús, «siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse».

Tanta evidencia bíblica suele ser más que suficiente para la mayoría de los cristianos que deciden abrazar la doctrina de la Trinidad.

Jehová es «Uno» y «Tres» a la vez

Existen personas que encuentran imposible creer en un Dios trino o en la divinidad de Cristo debido a que hay no pocos versículos tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento que enfatizan que Dios es uno. Por ejemplo, Deuteronomio 6:4 dice:

Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Deuteronomio 6:4

O Santiago 2:19, que afirma:

Tú crees que Dios es uno; bien haces. Santiago 2:19

La pregunta entonces es: ¿Cómo es posible creer en la divinidad de Jesús, o en la Trinidad, y aun así seguir afirmando que Jehová es uno? ¿Cómo es posible que Jehová sea uno y tres a la vez?

El principio de contradicción nos permite juzgar como falso todo aquello que implique una contradicción, siendo un principio básico de la lógica y la filosofía. 

Este principio dice que algo no puede ser verdadero y falso a la vez y en el mismo sentido. Dicho de otra manera: Dios no puede ser uno y tres a la vez y en el mismo sentido.

La clave aquí radica en la última frase: «a la vez y en el mismo sentido». Si algo es verdadero o falso, pero no a la vez o no en el mismo sentido, entonces no se trata de una contradicción, sino de una paradoja. Y la Biblia está llena de paradojas.

Por ejemplo, Mateo 16:25 dice:

Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Mateo 16:25

No se puede perder la vida y hallarla al mismo tiempo, a menos que se esté hablando en diferentes sentidos. Pierdo mi vida física y terrenal, pero hallo la vida espiritual y eterna.

Otro ejemplo está en Mateo 19:30:

Muchos primeros serán últimos, y los últimos, primeros. Mateo 19:30

No se puede ser primero y último en el mismo sentido, a menos que no sea a la vez, sino en momentos diferentes. En esta vida puedo ser el último, pero en la resurrección seré el primero.

Muchos han negado el concepto de la Trinidad debido a los textos bíblicos que afirman que Jehová es uno. Sin embargo, este es un tema fácil de explicar. 

Parece una contradicción, pero en realidad no lo es. Aquí viene el segundo argumento a favor de la Trinidad: Jehová es uno y tres a la vez, pero en diferentes sentidos. Dios es uno en voluntad, propósito, carácter, esencia y sustancia; y es tres en personas y funciones.

Para que esta afirmación no sea solo filosófica, sino también teológica, debemos explicarla con la Biblia. Tomemos el versículo de Deuteronomio 6:4, conocido como el Shemá:

Oye, Israel: Jehová, nuestro Dios, Jehová uno es. Deuteronomio 6:4

Este versículo es central en el judaísmo y se recita como una declaración fundamental de la fe monoteísta en el único Dios.

Hagamos un ejercicio básico de exégesis y verás lo fácil que es entender esto. En hebreo, hay dos palabras que se traducen como «uno» en español, y cada una tiene matices diferentes. 

En Deuteronomio 6:4, la palabra hebrea que se traduce como «uno» es ejjad (אֶחָד). Esta palabra generalmente se usa para describir una unidad compuesta.

Veamos algunos ejemplos de versículos donde aparece esta palabra. En Génesis 2:24 leemos:

Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una [ejjad] sola carne. Génesis 2:24

Es obvio que al unirse en matrimonio no se convierten en una sola persona físicamente, sino que siguen siendo dos, pero en un sentido (conyugal) son una sola carne.

Otro ejemplo está en Génesis 3:22:

Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno [ejjad] de nosotros, sabiendo el bien y el mal. Génesis 3:22

No significa que el hombre se haya convertido en Dios, sino que en cierto sentido, el hombre ahora comparte el conocimiento del bien y del mal.

Un tercer ejemplo lo encontramos en Génesis 11:6:

He aquí el pueblo es uno [ejjad], y todos tienen una misma lengua. Génesis 11:6

Sabemos que eran muchas personas, pero en cierto sentido, eran uno, ya que todos hablaban la misma lengua.

En todos estos casos, la palabra hebrea ejjad se refiere a una unidad compuesta, lo que nos lleva a entender que cuando la Biblia dice que Dios es uno, se refiere a una unidad compuesta de partes.  Por eso Jesús pudo decir en Juan 10:30:

Yo y el Padre uno somos. Juan 10:30

Aunque Jesús y Dios el Padre son personas distintas, en cierto sentido son uno, por ejemplo, en voluntad y propósito.

Un ejemplo aún más claro lo encontramos en Efesios 4:5:

Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo. Efesios 4:5

Aunque aquí se habla de un solo bautismo, en otros pasajes de la Biblia se mencionan varios tipos de bautismo, como el bautismo en agua, el bautismo en el Espíritu Santo, y el bautismo de fuego (Mateo 3:11). Esto no es una contradicción, ya que en cierto sentido son varios, y en otro sentido es uno solo.

Ahora bien, hay otra palabra hebrea que significa «uno»: iajjid (יַחִיד). Esta palabra, que aparece solo 12 veces en el Antiguo Testamento, se usa para enfatizar una unidad singular, es decir, única. Y aquí está la clave: iajjid nunca fue utilizada como adjetivo para referirse a la Deidad.

Entonces, pregunto: ¿Si Dios hubiese querido aclarar que no es una Trinidad, no habría sido más lógico usar la palabra iajjid en los textos que hablan de su unicidad, en lugar de ejjad, que implica una unidad compuesta?

En este ejercicio de exégesis, hemos visto que en cierto sentido Dios es uno y en cierto sentido son tres, lo que no contradice los textos bíblicos que afirman que Dios es uno. La palabra hebrea ejjad lo autoriza perfectamente.

Sin embargo, dado que este es un tema tan importante, es prudente avanzar y ver si la Biblia nos autoriza a interpretar el concepto de un Dios trino. Con esto, pasamos al tercer argumento sobre la Trinidad y la divinidad de Cristo.

El Ángel de Jehová del A.T. también es Jehová

En varios textos del Antiguo Testamento se habla de Dios en forma plural y de la divinidad de Cristo, tanto de manera directa como indirecta.

En Génesis 1:26 se dice:

Entonces dijo Dios (Elohim): «Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza…» Genesis 1:26

Elohim es gramaticalmente plural en hebreo, al igual que el verbo «hagamos».

¿Por qué es plural? El profeta Isaías nos ayuda a entenderlo. En el capítulo 44, versículo 6, dice:

»Así dice Jehová, Rey de Israel y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero y yo soy el último, y fuera de mí no hay Dios. Isaías 44:6

Aquí empezamos a ver claramente por qué es plural: porque no solo el Rey de Israel es Jehová, sino también el Redentor. Es decir, por un lado, Jehová es el Rey de Israel, y por el otro, Jehová es su Redentor, representado por el Ángel de Jehová, tal como lo presenta el profeta Isaías.

Desde el Génesis en adelante, a lo largo de todo el Pentateuco, se presenta la idea de dos Jehová. En Éxodo 3 se relata la experiencia de Moisés con la zarza ardiente. En el versículo 2 se menciona que fue el «Ángel de Jehová» quien se le apareció en una llama de fuego en medio de la zarza.

Allí se le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego, en medio de una zarza. Al fijarse, vio que la zarza ardía en fuego, pero la zarza no se consumía. Éxodo 3:2

Sin embargo, a medida que avanza el relato y la conversación, el que está en la zarza y habla con Moisés es llamado Jehová y Dios. El versículo 4 dice:

Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés!». Éxodo 3:2

Aquí se usan indistintamente los nombres «Ángel de Jehová» y «Jehová».

Lo mismo ocurre en el relato de la columna de nube que guiaba a los israelitas en el desierto, cuya historia se encuentra en Éxodo 13 y 14. 

En Éxodo 13:21 se dice que era «Jehová» quien iba delante de ellos en una columna de nube durante el día y en una columna de fuego durante la noche. El versículo siguiente aclara que nunca se apartó de delante del pueblo.

21 Jehová iba delante de ellos, de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarlos, a fin de que anduvieran de día y de noche. 22 Nunca se apartó del pueblo la columna de nube durante el día, ni la columna de fuego durante la noche. Éxodo 13:21-22

Sin embargo, en Éxodo 14:19, se precisa que era el ángel de Dios quien iba delante del campamento de Israel. Nuevamente, se utilizan «Ángel de Jehová» y «Jehová» de manera indistinta.

El ángel de Dios, que iba delante del campamento de Israel, se apartó y se puso detrás de ellos… Éxodo 14:19

Algunos argumentan que el Ángel de Jehová es el único Jehová que existe. Sin embargo, algunos textos dejan claro que el Ángel de Jehová no es el único Jehová, ya que se habla de Jehová como dos personas diferentes. 

Un ejemplo es Isaías 44:6, donde se menciona al «Jehová, Rey de Israel» y «su Redentor, Jehová de los ejércitos».

»Así dice Jehová, Rey de Israel y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero y yo soy el último, y fuera de mí no hay Dios. Isaías 44:6

Otro ejemplo es Éxodo 23:20, donde se dice:

Yo envío mi ángel delante de ti, para que te guarde en el camino y te introduzca en el lugar que yo he preparado. Éxodo 23:20

En el versículo 21 se añade:

Compórtate delante de él y oye su voz; no le seas rebelde… pues mi nombre está en él. Éxodo 23:21

Vamos a analizar otro caso muy interesante que ayudará a despejar toda duda.

En el Pentateuco hay al menos tres versículos que mencionan que Moisés hablaba con Jehová cara a cara.

En Éxodo 33:11 dice que Jehová hablaba a Moisés cara a cara, como habla cualquiera con su compañero.

Jehová hablaba con Moisés cara a cara, como habla cualquiera con su compañero… Éxodo 33:11

En Deuteronomio 34:10 se menciona que Jehová lo había conocido cara a cara.

Nunca más se levantó un profeta en Israel como Moisés, a quien Jehová conoció cara a cara. Deuteronomio 34:10

Y en Números 12:8, refiriéndose a Moisés, dice:

Cara a cara hablaré con él, claramente y no con enigmas, y verá la apariencia de Jehová. ¿Por qué, pues, no tuvisteis temor de hablar contra mi siervo Moisés?» Números 12:8

Sin embargo, más adelante en Éxodo 33, cuando Moisés le pide ver el rostro a Jehová, Él responde en el versículo 20:

No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá. Éxodo 33:20

Continúa diciendo en los versículos 21-23:

21 Luego dijo Jehová:
—Aquí hay un lugar junto a mí. Tú estarás sobre la peña, 22 y cuando pase mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado. 23 Después apartaré mi mano y verás mis espaldas, pero no se verá mi rostro. Éxodo 33:21-23

La pregunta obvia es: ¿Cómo es posible que tres versículos mencionen que Moisés hablaba con Jehová cara a cara y viendo su apariencia, y luego en Éxodo 33, cuando Moisés pide ver su rostro, Jehová le dice que ningún hombre puede verlo y seguir viviendo?

¿Te has hecho alguna vez esta pregunta?

Y también surge la pregunta de por qué el Ángel de Jehová es llamado indistintamente Jehová, y por qué el texto bíblico habla de dos Jehová, ya que uno envía al otro.

Pero no te preocupes, la respuesta a todas estas preguntas es la misma y es fácil de entender.

Durante el tiempo que Jesús estuvo con nosotros, se llamó a sí mismo «Hijo de Hombre», un título que podría traducirse como «el Humano», de la misma manera que «Hijo de Dios» equivalía a decirse «divino». 

Por eso, en Juan 5:18, se menciona que los judíos querían matarlo porque «llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose igual a Dios».

Por esto los judíos aun más intentaban matarlo, porque no solo quebrantaba el sábado, sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios.        Juan 5:18

En Juan 19:7 se menciona que los judíos decían:

Nosotros tenemos una ley, y según esa ley debe morir, porque se hizo a sí mismo Hijo de Dios. Juan 19:7

Esto sucedía porque llamarse Hijo de Dios era sinónimo de llamarse «divino». En Colosenses 2:9 se afirma:

En él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad. Colosenses 2:9

A la vez, era 100% humano. Por eso, en 1 Timoteo 3:16 se menciona que «grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne».

Indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad:
Dios fue manifestado en carne… 1 Timoteo 3:16

A partir de la muerte y ascensión de Jesús, cuando se habla de él, ya no se lo describe como «Hijo de Hombre», sino como «semejante al Hijo de Hombre». En Apocalipsis 1 y 14, se lo describe de esta forma, lo que sugiere que Cristo, aun en el cielo, mantiene algunas características humanas y otras no.

Esto evidencia que, a lo largo del plan de redención, cada miembro de la Deidad adapta su estado a su función, sin perder su divinidad. Son uno en muchos aspectos, pero tres en persona y funciones.

Esto se aprecia claramente en Juan 16:7, cuando Jesús dice a sus discípulos:

Os conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Consolador no vendrá a vosotros. Juan 16:7

Luego añade:

Cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad. Juan 16:8

Mostrando que cada uno tiene su función.

Antes de encarnarse, Cristo interactuaba con el ser humano. Su presencia en el Antiguo Testamento muchas veces era conocida como el «Ángel de Jehová».

Ahora podemos resolver el enigma de Moisés. Cristo era el Jehová que Moisés vio cara a cara y, en el Antiguo Testamento, era conocido como el Ángel de Jehová. Dios Padre es el Jehová que ningún hombre puede ver y seguir viviendo, ni siquiera Moisés.

¿Te está resultando útil este análisis?

Vamos a ver otro ejemplo para aclarar aún más lo que venimos explicando. En la historia de los tres varones o ángeles que visitan a Abraham en Génesis 18, se menciona que dos de ellos van a Sodoma, y cuando llegan, se dice: «Dos ángeles llegaron». Es común que la Biblia llame «varones» a los ángeles, como ocurre con el ángel Gabriel en Daniel 9:21.

aún estaba hablando en oración, cuando el varón Gabriel, a quien había visto en la visión… Daniel 9:21

En Génesis 18:1 se dice que «Jehová se apareció a Abraham», y en el versículo 2 menciona que Abraham vio a tres varones.

1 Jehová se le apareció a Abraham en el encinar de Mamre, estando él sentado a la puerta de su tienda, a la hora de más calor. 2 Alzó los ojos y vio a tres varones que estaban junto a él… Génesis 18:1-2

Durante el diálogo, en el versículo 13, uno de los varones es identificado como Jehová.

Entonces Jehová dijo a Abraham… Génesis 18:13

En Génesis 18:22 se menciona que dos de los varones se marcharon a Sodoma, mientras que Abraham quedó hablando con Jehová.

Se apartaron de allí los varones y fueron hacia Sodoma; pero Abraham permaneció delante de Jehová. Génesis 18:22

El relato muestra que uno de esos tres varones era el Ángel de Jehová, que también es Jehová, y a la vez, es Cristo. Por eso, en Juan 8:56, Jesús dice:

Abraham, vuestro padre, se gozó de que había de ver mi día, y lo vio. Juan 8:56

A lo largo de la Biblia hay muchos más ejemplos de la aparición de Cristo en el Antiguo Testamento. Algunos ejemplos incluyen la aparición del «Príncipe del ejército de Jehová» a Josué en Josué 5:13-15, la lucha de Jacob con el Ángel en Génesis 32:24-30, y la visita del Ángel de Jehová a Gedeón en Jueces 6:12-14.

Esto nos lleva a la inevitable pregunta: ¿Qué pasa con el Espíritu Santo? Aunque te parezca increíble, la Biblia también nos explica que el Espíritu Santo es Jehová.

Con esto se introduce el cuarto argumento sobre la Trinidad, que confirma el tercero.

El Espíritu Santo también es Jehová

En Jeremías 31:33, leemos:

Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón. Jeremías 31:33

Este versículo habla del nuevo pacto de Dios con su pueblo, donde su ley sería grabada en el corazón y la mente de los creyentes.

Cuando llegamos a Hebreos 10:15, vemos una referencia a este mismo texto, pero aquí se le atribuye al Espíritu Santo lo que en Jeremías se acreditaba a Jehová. 

El Espíritu Santo nos atestigua lo mismo, porque… Hebreos 10:15

Así, se evidencia que el Espíritu Santo es llamado Jehová en el texto de Jeremías, mostrando una equivalencia entre ambos.

Este patrón se repite en el Salmo 95. En los versículos 7 y siguientes, se nos invita a escuchar la voz de Jehová, nuestro Hacedor, y a no endurecer el corazón. Este llamado se repite en Hebreos 3:7-11, donde se cita el mismo pasaje, pero nuevamente se atribuye al Espíritu Santo. De esta manera, tanto Jehová como el Espíritu Santo se mencionan de forma indistinta, mostrando una unidad en su esencia y naturaleza.

Como mencionamos al principio, en cierto sentido, Jehová es uno, pero también son tres personas distintas.

Es importante prestar atención a un detalle crucial. En un mundo antiguo donde la idolatría predominaba en casi todas las culturas, y donde los pueblos tenían la tendencia de crear y adorar nuevos dioses, resultaba lógico que Dios optara por enfatizar su unidad en lugar de su naturaleza trinitaria, a fin de proteger a su pueblo de caer en el politeísmo.

 Este énfasis en la unidad divina era una salvaguarda contra la creación de falsos dioses.

Ahora, vamos a sumergirnos en el siguiente argumento que presenta evidencia bíblica de que Jesús es Dios, subrayando sus características y atributos divinos. Acompáñame al quinto argumento, donde veremos cómo la Biblia enseña la preexistencia de Cristo.

Cristo es Pre-existente

Un atributo de Jesús que constituye una prueba irrefutable de su naturaleza divina es su eternidad. A través de varios pasajes bíblicos, podemos argumentar de manera coherente que Jesucristo es eterno, igual que Dios Padre, sin principio ni fin.

En Colosenses 1:17 se establece:

Y él es antes de todas las cosas, y en él todas las cosas subsisten. Colosenses 1:17

Este versículo indica que no solo existe antes de toda creación, sino que también es el fundamento de la existencia de todo lo creado.

Algunos sostienen que, aunque Jesús fue antes de todas las cosas, todavía fue la primera creación de Dios. Sin embargo, otros versículos eliminan cualquier duda al respecto. El inicio del Evangelio de Juan es categórico en este sentido, afirmando en Juan 1:1:

En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Juan 1:1

Este versículo enfatiza la divinidad de Cristo al establecer que el Verbo, que se refiere a Jesús, es Dios mismo.

Los que no reconocen a Jesús como Dios suelen modificar la traducción de este pasaje, cambiando «y el Verbo era Dios» por «y el Verbo era un dios», sugiriendo que Dios creó a Jesús como un dios menor. No obstante, en Isaías 43:10, Jehová dice:

…Yo mismo soy. Antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí. Isaías 43:10

Este versículo refuerza la idea de que no puede haber otros dioses antes o después de Jehová.

Además, en Miqueas 5:2 se profetiza que el Mesías saldrá de Belén, revelando que sus «salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad».

…de ti ha de salir el que será Señor en Israel; sus orígenes se remontan al inicio de los tiempos, a los días de la eternidad. Miqueas 5:2

Esta descripción otorga al Mesías la eternidad que solo pertenece a la deidad, ya que ser eterno implica no tener ni principio ni fin.

Isaías 44:6 dice:

Así dice Jehová, Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el último, y fuera de mí no hay Dios. Isaías 44:6

Aquí se pueden interpretar dos Jehovás: uno como Rey de Israel y otro como su Redentor. Sin embargo, en otro sentido, son uno solo, un único Dios, el primero y el último.

Para consolidar esta idea, Apocalipsis 22:13 reafirma:

Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último, el principio y el fin. Apocalipsis 22:13

Este versículo, pronunciado por Jesús, subraya su naturaleza eterna y su igualdad con Dios Padre. Hay demasiados versículos que indican que Jesucristo es coeterno con el Dios Padre, ya que no pueden existir dos primeros ni dos principios.

Ahora, avancemos al sexto argumento en favor de la divinidad de Cristo y, por ende, de la Trinidad, que está estrechamente relacionado con el anterior.

Cristo es Inmutable

Otro atributo fundamental de la deidad es su inmutabilidad, es decir, la incapacidad de cambiar. En Malaquías 3:6 se establece:

Porque yo Jehová no cambio… Malaquías 3:6

Este versículo resalta la constancia de Dios a lo largo del tiempo. De manera similar, en Santiago 1:17 se dice:

Toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación. Santiago 1:17

En el ámbito de la teología, el concepto de la inmutabilidad de Dios está intrínsecamente relacionado con el atributo de eternidad. Este principio es esencial para entender la naturaleza divina.

Curiosamente, se dice lo mismo acerca de Jesucristo. En Hebreos 13:8 se afirma:

Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos. Hebreos 13:8

Este versículo indica que Jesús, al igual que Dios, permanece constante a lo largo del tiempo, lo que refuerza su divinidad.

¿Por qué la deidad no puede cambiar? La razón radica en que la santidad de todos los seres creados depende de su comunión con Dios. En contraste, la naturaleza de Dios es inherentemente santa. 

En Apocalipsis 15:4 se declara: «Solo tú eres santo.»

¿Quién no te temerá, Señor, y glorificará tu nombre?, pues solo tú eres santo; por lo cual todas las naciones vendrán y te adorarán, porque tus juicios se han manifestado.» Apocalipsis 15:4

A diferencia de las criaturas del universo, Dios es Santo por naturaleza, lo que significa que en Él no hay mudanza ni sombra de variación.

Si un ser creado no pudiera cambiar, su libre albedrío quedaría anulado. Sin embargo, Dios siempre fue, es y será santo. Esta característica divina es lo que permite afirmar que Jesucristo será el mismo ayer, hoy y por los siglos, lo que implica su divinidad y su posición como miembro de la Trinidad.

A continuación, pasemos al séptimo punto en este estudio sobre la divinidad de Cristo.

Cristo es Auto-existente

Si bien este atributo está intrínsecamente relacionado con los dos anteriores, el concepto de la autoexistencia de Cristo es distinto y lo refuerza, ya que todos estos atributos se conectan con el principio de eternidad.

La afirmación de la autoexistencia de Cristo no es meramente una especulación filosófica; es una declaración que proviene directamente de sus propias palabras, tal como se registra en Juan 10:17-18. En este pasaje, Jesús proclama con autoridad:

17 …Yo pongo mi vida, para volverla a tomar. 18 Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Juan 10:17-18

Este poder de morir y resucitar por sí mismo es una capacidad que ninguna criatura posee; solo un ser que posee el atributo divino de la autoexistencia puede llevar a cabo tal acción.

Por consiguiente, en Juan 1:4 se dice:

En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Juan 1:4

Esto indica que la vida de Cristo no procede de ninguna fuente externa, ya que Él mismo es la fuente de la vida.

Además, en Juan 2:19, Jesús desafía a sus oyentes al declarar:

Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. Juan 2:19

En esta afirmación enigmática, se refiere al templo como símbolo de su propio cuerpo, anticipando su futura muerte y resurrección al tercer día. Este pronunciamiento una vez más demuestra su dominio sobre la vida y su capacidad única para restaurar su propio ser, revelando así su naturaleza divina.

A continuación, pasemos al octavo argumento sobre la divinidad de Cristo, que constituye el cuarto y último de este grupo.

Cristo es el «Yo Soy»

Cuando Moisés se encuentra con Jehová en la zarza ardiente, le pregunta cuál es su nombre. Esta interrogante plantea un reto al considerar que algo que es preexistente, eterno, inmutable y autoexistente debe tener un nombre que refleje su naturaleza.

Personalmente, considero que no hay mejor forma de describirlo que la respuesta que Dios le dio a Moisés. En Éxodo 3:14, Jehová responde:

Respondió Dios a Moisés: —“Yo soy el que soy.” Y añadió:
—Así dirás a los hijos de Israel: “‘Yo soy’ me envió a vosotros.”

Esta declaración deja en claro que la frase “Yo soy” actúa como un título que identifica a Jehová. Éxodo 3:14

Por lo tanto, Jesús hace una referencia inequívoca a su divinidad al apropiarse de este título, “Yo soy,” que es reservado exclusivamente para Dios. 

En el capítulo 8 de Juan, Jesús se dirige a un grupo de judíos. En el versículo 56, dice:

Abraham, vuestro padre, se gozó de que había de ver mi día… Juan 8:56

Ante esto, los judíos le replican, y Jesús responde:

57 Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?
58 Jesús les dijo:
—De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuera, yo soy. Juan 8:57-58

Es lógico que hubiera dicho “Antes que Abraham fuese, yo fui,” pero utiliza intencionadamente la frase «Yo soy,» haciendo referencia al nombre de Jehová. 

Los judíos comprendieron perfectamente que, al usar este título, Jesús se estaba igualando a Dios, por lo que el versículo siguiente (el 59) menciona que tomaron piedras para arrojárselas.

Tomaron entonces piedras para arrojárselas, pero Jesús se escondió y salió del Templo y, atravesando por en medio de ellos, se fue. Juan 8:59

Para recordar todos los argumentos que vimos hasta ahora, dejo una imagen abajo con los argumentos enumerados y agrupados.

Pasemos al noveno argumento

Cristo es Creador

En Génesis 1:26, leemos:

Entonces dijo Dios (Elohim): Hagamos al hombre a nuestra imagen… Génesis 1:26

Aquí observamos que Dios se presenta en plural, lo cual indica que hubo más de uno involucrado en la creación. La palabra hebrea «Elohim» está en plural, al igual que el verbo «hagamos.» Esta pluralidad se confirma en el Nuevo Testamento. 

Por ejemplo, en Juan 1:3, hablando de Jesucristo, el Verbo encarnado, dice:

Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. Juan 1:3

Además, en el versículo 10 se agrega:

…el mundo fue hecho por él… Juan 1:10

Este concepto también se refuerza en 1 Corintios 8:6, donde se dice:

un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él. 1 Corintios 8:6

Y en Colosenses 1:16, se afirma:

porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Colosenses 1:16

Esto deja claro que Jesucristo no solo participó en la creación de nuestro mundo, sino de todas las cosas.

La Biblia enseña que Jehová creó mediante su palabra. En Salmos 33:6, se nos dice:

Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca. Salmos 33:6

Esto lo vemos también en el relato de la creación en Génesis, donde en el primer día, Dios dijo:

…Sea la luz; y fue la luz. Génesis 1:3

Y el segundo día:

Haya expansión en medio de las aguas. Génesis 1:6

Hebreos 1:3, refiriéndose a Cristo, dice:

El cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder. Hebreos 1:3

Una vez más, se destaca el poder creador de Cristo, confirmando su deidad. En Juan 1:1-3 se expresa claramente que «En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y… todas las cosas por él fueron hechas.»

Jesús, el Verbo hecho carne, es el creador de todas las cosas, y esta capacidad de crear es un atributo divino, exclusivo de Dios. Por eso, el pasaje culmina diciendo: «Y el Verbo era Dios.»

Este décimo argumento nos lleva a otro punto crucial:

Cristo es adorado

La adoración, según la Biblia, es un privilegio exclusivo de Dios. El primer mandamiento establece:

No tendrás dioses ajenos delante de mí. Éxodo 20:3

Y el segundo añade:

No te harás imagen… no te inclinarás a ellas, ni las honrarás. Éxodo 20:4-5

En Éxodo 34:14 se refuerza esta idea:

No te has de inclinar a ningún otro dios, pues Jehová, cuyo nombre es Celoso, Dios celoso es. Éxodo 34:14

Los seguidores de Jesús nunca permitieron ser adorados. Por ejemplo, en Hechos 10:25-26, cuando Cornelio se postra ante Pedro, este le dice:

…Levántate, pues yo mismo también soy hombre. Hechos 10:26

De manera similar, en Hechos 14:13-15, Bernabé y Pablo rechazan sacrificios que intentaban ofrecerles, diciendo:

Nosotros también somos hombres semejantes a vosotros… Hechos 14:15

Incluso los ángeles rechazan la adoración. En Apocalipsis 19:9-10, Juan se postra ante un ángel, pero este le responde:

Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo. Apocalipsis 19:10

Sin embargo, Jesús fue adorado en diversas ocasiones. Los reyes de oriente se postraron ante él. Sus discípulos lo adoraron en la barca tras calmar la tempestad. Las dos Marías lo adoraron tras la resurrección. Y los discípulos también lo adoraron mientras ascendía al cielo.

La Biblia no solo muestra que Jesús fue adorado, sino que también enseña explícitamente que debe ser adorado. En Filipenses 2:10 se nos dice:

En el nombre de Jesús se doble toda rodilla… en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra. Filipenses 2:10

empleando el mismo lenguaje que en Éxodo 20.

Este punto es una prueba sólida de la divinidad de Cristo, ya que si Jesús no fuera Dios, Dios se estaría contradiciendo a sí mismo.

Cristo es digno de gloria.

Isaías 42:8 dice:

Yo Jehová; este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria. Isaías 42:8

Sin embargo, en Apocalipsis 5:12 se nos dice que:

El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza. Apocalipsis 5:12

Este sería un conflicto, a menos que el Cordero inmolado sea también Jehová, lo cual reafirma su divinidad.

Así quedaría el grafico con el grupo de argumentos que acabamos de ver:

Ahora pasemos a los últimos dos y fundamentales argumentos a favor de la divinidad de Cristo.

Solo Dios puede Expiar el Pecado

Solo Dios puede redimirnos de la condena de la ley divina que Él mismo promulgó de manera justa y satisfactoria. Enviar a una criatura para redimir a la humanidad que violó la ley del Creador sería injusto, ya que solo Dios puede satisfacer plenamente la justicia divina que Él mismo estableció.

Si no fuera así, estaríamos frente a un escenario en el que Dios enviaría a un ser creado para pagar el castigo que correspondía a otra criatura, lo cual no sería coherente con su justicia perfecta.

Muchos textos afirman que Dios es quien promulga la ley y que Él mismo nos redime. Por ejemplo, en Isaías 33:22 se dice: 

Porque Jehová es nuestro juez, Jehová es nuestro legislador, Jehová es nuestro Rey; él mismo nos salvará. Isaías 33:22

Este texto enfatiza que es Jehová mismo quien salva, una afirmación que se repite en varios pasajes de las Escrituras.

En Santiago 4:12 se reafirma esta idea:

Hay un solo Dador de la ley, quien puede salvar… Santiago 4:12

Y en Isaías 44:6 encontramos otra referencia clara:

Así dice Jehová, Rey de Israel y su Redentor, Jehová de los ejércitos… Isaías 44:6

Aquí, Jehová se presenta como el Redentor, confirmando que solo Él tiene la autoridad para salvar.

El profeta Zacarías también ofrece un testimonio relevante en el capítulo 12, donde Jehová dice:

…Mirarán hacia mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por el hijo unigénito, y se afligirán por él como quien se aflige por el primogénito. Zacarías 12:10

Este pasaje profético habla de Cristo, quien se identifica como «aquel a quien traspasaron» y al mismo tiempo como Jehová. 

Este es un testimonio claro de la divinidad de Jesús, ya que solo Jehová tiene la autoridad moral para dictar la ley y, en consecuencia, solo Él puede redimir su infracción. Por lo tanto, Jesús debe necesariamente ser parte de la Deidad.

El último argumento deriva de lo anterior:

Solo Cristo puede perdonar pecados.

Dado que solo Jehová tiene la autoridad moral para promulgar la ley, solo Él puede redimir la infracción de la misma, lo que implica que únicamente Dios puede perdonar pecados. Tal como se dice en 1 Juan 3:4:

…el pecado es infracción de la ley. 1 Juan 3:4

Los religiosos de la época de Jesús comprendían esto perfectamente.

Cuando Jesús le perdona los pecados al paralítico, ellos dicen en Marcos 2:7:

¿Por qué habla este así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino solo Dios? Marcos 2:7

Es claro que los escribas entendieron que Jesús se atribuía una prerrogativa exclusiva de Dios.

En el Antiguo Testamento, varios textos confirman que solo Jehová puede perdonar pecados. Isaías 43:25 dice:

Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo… Isaías 43:25

Sin embargo, en Marcos 2:5, Jesús le dice al paralítico:

Hijo, tus pecados te son perdonados. Marcos 2:5

Y en Lucas 7:48, Jesús le dice a una mujer pecadora:

Tus pecados te son perdonados. Lucas 7:48

Esto confirma que, como fue Dios quien promulgó la ley, solo Dios puede expiarla y, por consiguiente, como dijeron los escribas, solo Dios puede perdonar pecados. Este es un poderoso argumento más para afirmar que Jesús es Dios.

Así concluyen los 13 argumentos a favor de la Trinidad y la divinidad de Cristo. 

Espero humildemente que te ayuden a afianzar tu convicción sobre este tema, de crucial importancia para todo cristiano. Nos vemos en el próximo post.

 

Por CHRISTIAN JABLOÑSKI

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