En el libro de Apocalipsis, el número siete aparece tantas veces que parece indispensable conocer su significado para entender la estructura del libro.
Acompáñame al apasionante mundo del significado de los números en la Biblia.
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ToggleEl numero 7 en la Biblia
El número siete o las series de siete aparecen tan frecuentemente en el libro de Apocalipsis que, incluso al lector más casual, le resulta evidente que este número tiene una relevancia central en el texto. Ya desde el primer capítulo encontramos referencias a:
- Siete espíritus (Apocalipsis 1:4),
- Siete candeleros (Apocalipsis 1:12),
- Siete estrellas (Apocalipsis 1:16)
Posteriormente, en el versículo 20, se nos aclara que las siete estrellas representan siete ángeles.
A medida que avanzamos en el libro, la lista de menciones del número siete continúa creciendo, incluyendo:
- Siete cuernos (Apocalipsis 5:6),
- Siete ojos (Apocalipsis 5:6),
- Siete truenos, entre otros (Apocalipsis 10:3).
Sin embargo, las series de siete más significativas en el Apocalipsis son cuatro, que, debido a su longitud y extensión, constituyen la columna vertebral de la obra. Estas series ocupan más de la mitad de los 22 capítulos del libro y son las siguientes:
- Las siete iglesias,
- Los siete sellos,
- Las siete trompetas,
- Las siete copas.
No obstante, la aparición del número siete no se limita únicamente al libro de Apocalipsis. En el resto de la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, encontramos este número presente de diversas maneras.
Desde el mismo inicio, en el Génesis, Dios crea el mundo en siete días, y posteriormente se mencionan siete pares de animales limpios en el arca (Génesis 7:2). En Proverbios 6, se enumeran las siete cosas que el Señor odia.
El propio Jesús utilizó series de siete en varias ocasiones. Algunos ejemplos son:
- Las siete bienaventuranzas del sermón del monte,
- Los siete «ayes» de Mateo 23,
- Los siete «Yo soy» en el evangelio de Juan.
Y así podríamos continuar, enumerando múltiples ejemplos que reflejan la recurrencia y simbolismo del número siete.
El 7, «plenitud» o «perfección»
Muchos teólogos y estudiosos de la Biblia coinciden en que el número siete representa plenitud o perfección. Y, aunque esto es correcto, limitar la explicación del número siete únicamente a este concepto sería subestimar el profundo significado y las múltiples enseñanzas que encierra.
El siete, en muchos casos (aunque no en todos), es un símbolo numérico que Dios emplea de manera magistral, dotándolo de un gran simbolismo que abarca más allá de lo evidente.
La primera pregunta que nos hacemos es: ¿En qué sentido el número siete representa la plenitud?
Una manera de entender esta plenitud es la siguiente: si consideramos el progreso desde el número 1 hasta el 6, percibimos un proceso de avance, de crecimiento o de desarrollo. Sin embargo, en el número siete, es cuando Dios interviene, completando aquello que estaba incompleto, llevando a la totalidad y perfección lo que comenzó.
No obstante, Dios no solo expresa este concepto de plenitud de manera abstracta, sino que nos enseña repetidamente que, en efecto, el siete simboliza Su intervención directa.
Es decir, la obra de Dios no solo culmina aquello que estaba incompleto, sino que lo transforma y lo hace pleno, llevando al ser humano y a su creación hacia un estado de totalidad.
Sin embargo, esta intervención de Dios que nos hace completos no se trata simplemente de una suma, como si añadiera lo que faltaba de manera mecánica. Al contrario, Su intervención es profunda y transformadora, y ocurre de esta forma:
Es decir, sin Su intervención, nosotros no somos nada. Sin Su intervención, nuestros esfuerzos son en vano. Veamos algunos ejemplos: La historia de Naamán el leproso:
Para quienes no conocen la historia, aquí les dejo la referencia (2 Reyes 5). Naamán tuvo que sumergirse siete veces en el río. Sin embargo, no es que al salir por primera vez ya estuviera un poco menos leproso, ni que a la segunda inmersión mejorara un poco más.
De hecho, durante las primeras seis inmersiones, Naamán continuó igual de leproso que antes de sumergirse. Fue en la séptima inmersión cuando, por la intervención divina, fue completamente sanado.
La conquista de Jericó: Dios ordenó al pueblo de Israel que diera vueltas alrededor de la ciudad durante siete días, y fue en el séptimo día cuando los muros se derrumbarían y la ciudad sería conquistada.
Nuevamente, observamos el mismo patrón. No ocurrió que, tras la primera vuelta, los muros comenzaron a agrietarse, ni que se desgastaran gradualmente con cada vuelta. No. Durante seis días, el pueblo caminó sin que nada sucediera, pero en el séptimo día, Dios derribó los muros y permitió que la ciudad fuera tomada.
Estos ejemplos ilustran que es en el séptimo —en el momento de la intervención divina— donde encontramos la plenitud y el cumplimiento de las promesas de Dios. Sin Su acción, nuestras acciones y esfuerzos carecen de efectividad.
Patrones didácticos que Dios utiliza en las series de siete para enseñarnos verdades espirituales
Veamos cuántas enseñanzas podemos extraer de estas historias y lo que enseñan sobre el número siete.
Primera enseñanza:
El ser humano, por sí solo, no puede hacer absolutamente nada. Es imposible alcanzar la plenitud o completar cualquier tarea sin la intervención divina.
Segunda enseñanza:
Pregunta: Si Naamán no hubiese obedecido al profeta Eliseo y no se hubiese sumergido en el agua, ¿Dios lo hubiese curado?
Respuesta: No.
Pregunta: Si el pueblo de Israel no hubiese obedecido a Dios y no hubiese dado vueltas alrededor de la ciudad como Él mandó, ¿habrían conquistado la ciudad?
Respuesta: No.
Aquí tenemos la segunda enseñanza: La gracia de Dios trabaja sobre la fe. Nosotros no podemos hacer nada para triunfar; solo debemos confiar y obedecer a Dios. Esta relación entre gracia y fe es una maravillosa ilustración que clarifica conceptos que a menudo se han debatido, como la salvación por obras, la fe y la gracia.
Es Dios quien nos salva, quien nos cura y nos libera del pecado a través de la sangre de Cristo. Recuerden que fue en la cruz donde nuestros pecados fueron expiados y redimidos. Así como Dios curó la lepra de Naamán, también fue Él quien derrumbó las murallas de Jericó.
Nosotros no podemos hacer absolutamente nada para ser limpios y liberarnos de la esclavitud del pecado, de la misma manera que Naamán no podía curarse de la lepra, sin importar cuántas veces se hubiese sumergido en el agua. Y así como el pueblo de Israel no podía conquistar Jericó, sin importar cuántos días hubieran girado alrededor de la ciudad.
Lo único que tenemos que hacer es tener fe en Dios, cultivando una relación con Él tan firme que nos lleve a confiar en Su palabra y a seguir las instrucciones de Dios.
Así como Naamán obedeció a Eliseo, y así como el pueblo de Israel obedeció a Dios.
Tercera enseñanza:
Lo que Dios pide hacer no tiene ningún sentido sin fe. Repito: es totalmente ridículo para quien no tiene fe, porque el sentido de lo que Dios pide es espiritual. Naamán encontró tan ridículo lo que Eliseo le pedía, que se enojó. Si no hubiera sido por la persuasión de sus criados, se habría ido sin obedecer.
El creyente obedece por fe, muchas veces sin entender, y en ocasiones lo hace al comprender el significado del rito o símbolo.
Antes de avanzar a la cuarta enseñanza, quiero señalar que estos principios también fueron enseñados por Dios a través de numerosas historias y símbolos, que no necesariamente utilizan el número siete.
Por ejemplo, consideremos el caso de la salida de los hebreos de Egipto. En la décima y última plaga, Dios les indicó que debían sacrificar un cordero y pintar su sangre en el umbral de cada casa para que los primogénitos que se encontraban dentro fueran salvados.
1ª Enseñanza: El ser humano, por sí solo, no puede hacer absolutamente nada. No había forma física en la que ningún humano pudiera defenderse por sus propios medios del ángel destructor que pasó por todo Egipto, llevando a cabo la muerte de todos los primogénitos, tanto de hombres como de bestias.
2ª Enseñanza: La gracia de Dios trabaja sobre la fe. Era necesario hacer lo que Dios pedía para poder ser salvo. No bastaba con creer en Dios o ser hijo de Abraham; si no pintaban el portal con sangre, los primogénitos que se encontraban en ese hogar no podrían salvarse.
3ª Enseñanza: Lo que Dios pidió hacer no tenía ningún sentido, a menos que se comprendiera el significado del símbolo. Los hebreos obedecieron sin entender completamente, como nosotros ahora lo entendemos mucho mejor después de haber visto a Cristo derramando Su sangre por nosotros en la cruz.
Ahora, volvamos a la serie de siete para continuar comprendiendo los principios o patrones que Dios nos quiere enseñar.
Cuarta enseñanza:
Cuando Dios utiliza una serie de siete como simbología didáctica, el séptimo es completamente diferente a los otros seis.
Esto se puede notar desde el comienzo en la primera serie de siete que nos presenta la Biblia: los siete días de la semana de la creación. Dios utilizó cada día para crear el mundo, y en Génesis 2:2-3 se dice que Él acabó la obra en el séptimo día. Este día es totalmente distinto a los demás, porque en él, Dios reposa, lo bendice y lo santifica.
Un patrón similar se observa en la historia de Naamán, donde en la séptima sumergida es cuando se cura completamente. También en la conquista de Jericó, el séptimo día era completamente diferente a los otros seis, ya que debían dar siete vueltas en lugar de una, lo que resultó en la liberación.
En el libro de Apocalipsis, esta distinción se evidencia en los sellos: en el capítulo 6, se describen lo que ocurrirá en cada uno de los seis sellos, y más adelante, en el capítulo 8, se menciona el séptimo sello, que es totalmente separado y diferente a los otros seis, describiéndolo simplemente como media hora de silencio.
Lo mismo ocurre con las trompetas, donde las seis son descritas en los capítulos 8 y 9 de Apocalipsis, y luego se habla de una séptima trompeta, totalmente diferente a las otras seis, al final del capítulo 11.
Estos son solo algunos ejemplos que analizaremos a lo largo de esta serie de posts para entender los patrones que Dios explica a través de esta metodología didáctica, lo que nos ayudará a comprender mejor la estructura del Apocalipsis, ya que está basada en series de siete.
Quinta enseñanza:
A veces, Dios utiliza los seis primeros como figura y sombra del séptimo. Así, cada uno de los primeros seis muestra un aspecto diferente del séptimo, siendo el séptimo el verdadero, el pleno o el completo.
Un detalle muy importante: en la simbología o series de siete que Dios utiliza para enseñarnos lecciones espirituales, NO SIEMPRE SE DAN TODAS LAS ENSEÑANZAS O APLICACIONES, ya que la simbología puede aplicar a algunas de ellas, pero no a todas.
Estos principios son evidentes en series de siete tan obvias como las de los sellos y las trompetas, y en otras que quizás no sean tan evidentes. Veamos algunos ejemplos:
El cuerpo humano
En Génesis 2:7 se menciona que Dios formó al hombre del polvo de la tierra.
Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra… Génesis 2:7
Este acto divino organiza al cuerpo humano en seis niveles de organización. Aunque en ocasiones se pueden incluir subniveles, generalmente se reconocen seis niveles principales en la estructura del cuerpo humano:
- Átomos: Constituyen el primer nivel y forman moléculas.
- Moléculas: Estas forman el segundo nivel, que da origen a las células.
- Células: Representan el tercer nivel, las cuales se agrupan para formar tejidos.
- Tejidos: Este es el cuarto nivel, que se organizan en órganos.
- Órganos: Constituyen el quinto nivel y se combinan para formar sistemas o aparatos, que son el sexto nivel.
Sin embargo, Génesis 2:7 continúa afirmando que el hombre fue “completado” con el séptimo nivel: el aliento de vida que Dios sopla en su nariz.
…sopló en su nariz aliento de vida y fue el hombre un ser viviente. Génesis 2:7
A partir de este pasaje, se pueden extraer las siguientes enseñanzas:
Incompletud sin el séptimo nivel: No importa que los seis niveles del ser humano estén perfectamente formados; sin el séptimo, el ser humano es simplemente un ser inanimado, un cuerpo muerto. La verdadera vida se manifiesta solo cuando se completa con el séptimo nivel: el aliento de vida que Dios sopla en su nariz.
Intervención divina: Así como la gracia de Dios opera en relación con nuestra fe, el Espíritu de vida solo puede actuar sobre un cuerpo que está debidamente formado y funcional. Fuera de esta estructura, la acción divina es imposible.
Perspectiva del no creyente: Para aquellos que no creen, este concepto puede carecer de sentido, ya que no reconocen la intervención de Dios en la vida del ser humano.
Diferencia del séptimo nivel: Por último, el séptimo nivel es completamente diferente a los otros seis. Representa un elemento esencial que transforma la mera existencia física en vida plena y espiritual.
6 líderes nacidos de forma milagrosa
Un ejemplo adicional, aunque profundamente bíblico, a menudo pasa desapercibido en su significancia: en la Biblia, encontramos a seis primogénitos varones nacidos de manera milagrosa, ya que fueron concebidos por mujeres estériles.
Todos ellos fueron grandes líderes del pueblo de Dios y representan diversas características de Cristo.
Isaac: Es quizás la representación más impactante del Mesías, simbolizando al cordero que es llevado al matadero cuando su padre Abraham, por mandato de Dios, lo llevó a sacrificio.
Jacob: Aunque nació junto a su hermano Esaú, logró obtener la primogenitura. Al igual que Jacob tuvo doce hijos que se convirtieron en los fundadores de las doce tribus de Israel, Cristo también eligió a doce discípulos para establecer el Israel espiritual.
José: Al igual que Jesús, fue traicionado y entregado por sus hermanos, pero posteriormente los perdonó y los bendijo. José fue injustamente acusado y encarcelado, pero Dios lo liberó y lo exaltó a una posición de autoridad y poder, similar a cómo Jesús fue acusado y condenado injustamente, pero Dios lo exaltó a su diestra.
Sansón: Aunque su vida estuvo marcada por errores y debilidades, hay aspectos de su existencia que representan a Cristo. El ángel anunció su nacimiento como aquel que “salvaría a Israel” (Jueces 13:5), y el Espíritu del Señor lo dotó de fuerza sobrenatural. Al igual que Jesús realizó milagros y prodigios, Sansón nació para salvar a Israel del poder del pecado y la muerte. Para vencer a sus enemigos, Sansón entregó su vida, muriendo con los brazos extendidos, de la misma forma que Jesús dio su vida en la cruz para vencer a los poderes del mal.
Samuel: Este profeta, sacerdote y juez de Israel también representa a Cristo. Al igual que Jesús, fue rechazado por el pueblo que pedía un rey.
Juan el Bautista: Concebido tras una promesa milagrosa de un ángel del Señor (Lucas 1:13-17), proclamó el arrepentimiento y bautizaba con agua, simbolizando a Cristo, quien, llamando al arrepentimiento, bautizaría con el Espíritu Santo.
Este grupo de seis hombres, concebidos de forma milagrosa por madres estériles y, en muchos casos, de edad avanzada, es completado por un séptimo que perfecciona la serie: Cristo Jesús.
Salvación: No importa cuán grandes fueran estos seis líderes, ni el legado que dejaron, ni el poder e influencia que ejercieron. Sin el séptimo, Cristo, ni ellos ni nosotros podríamos ser salvos.
Gracia y obediencia: Las vidas de estos seis hombres demuestran que la gracia de Dios se manifestaba cuando seguían sus preceptos. En los momentos en que se alejaban de las instrucciones divinas, Dios no podía bendecirlos.
Perspectiva de fe: La historia de estos personajes está repleta de sucesos que, desde una perspectiva humana, podrían parecer carentes de sentido. Sin embargo, cobran total significado cuando se analizan desde la fe.
Diferencia del séptimo: Por último, el séptimo, Jesús, es totalmente diferente en todos los aspectos. Desde el milagro de su concepción, los seis primeros nacieron de mujeres estériles, mientras que el séptimo nació sin la intervención del varón, siendo concebido por el Espíritu Santo.
No te pierdas el próximo post de esta serie, que abordará un tema muy interesante: Los Pactos de Dios. Esta forma de comprender las series de siete te permitirá descubrir patrones divinos que revelan verdades importantes en el contexto del Apocalipsis.
Y ahora, cada vez que alguien mencione que el número siete significa perfección o plenitud, recordarás que nuestra verdadera perfección y plenitud provienen de Dios. Sin Él, no somos nada. Nos vemos en el próximo post.
Por CHRISTIAN JABLOÑSKI
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