Hay un versículo muy corto pero muy famoso, por ser el rey de los textos utilizados hasta el hartazgo para argumentar sobre el fin de la ley.
El texto en cuestión es Romanos 10:4, que dice:
porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree. Romanos 10:4
En este post, vamos a analizar este texto desde varios puntos de vista para poder dejar el tema bien claro de una vez por todas.
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ToggleSignificado de la palabra telos
Tal como mencionamos al principio, muchos teólogos han utilizado el texto de Romanos 10:4, que dice: «el fin de la ley es Cristo», para argumentar que Cristo marca el fin de la ley.
La discusión gira en torno a la palabra griega telos, que puede tener dos significados.
Aquellos que sostienen que Cristo puso fin a la ley, argumentan que Pablo usó telos en el sentido de «finalización» o abrogación de la ley. En cambio, quienes defienden que la ley sigue vigente, afirman que Pablo empleó telos en el sentido de «propósito» o «objetivo», es decir, la razón de ser de la ley.
Como hemos visto, la palabra telos puede significar tanto «finalización» como «propósito», y dependiendo de cuál de los dos significados tenía en mente Pablo, el sentido del versículo cambia completamente.
En este post, exploraremos numerosos argumentos que nos ayudarán a entender lo que Pablo realmente quiso decir. Para ello, analizaremos únicamente el uso de la palabra telos en oraciones con la misma estructura gramatical de Romanos 10:4, ya que la sintaxis es crucial para entender el significado de telos.
Nos enfocaremos en situaciones donde telos se refiere a algo específico, y desarrollaremos el análisis en cuatro etapas:
- Los pensadores célebres de la literatura griega.
- Los padres de la Iglesia y reformadores.
- Otros textos del Nuevo Testamento.
- Lo que Pablo dice sobre la ley en Romanos.
Los pensadores célebres de la literatura griega
Sócrates sostenía que «El telos del hombre es vivir de acuerdo a la razón«, refiriéndose claramente al objetivo primordial del ser humano: actuar según la razón.
Además, afirmaba que «El telos de la filosofía es el conocimiento de uno mismo y del mundo que nos rodea«. Estas declaraciones demuestran que Sócrates consideraba el telos como el propósito o la finalidad de la existencia humana y de la filosofía.
De manera similar, Platón expresaba que «El telos de la religión es la salvación«, «El telos de la filosofía es la sabiduría» y «El telos de la música es la armonía«. En cada uno de estos casos, Platón atribuía a la palabra telos el significado de objetivo o propósito último de las disciplinas que mencionaba.
Aristóteles, por su parte, también utilizaba la misma estructura gramatical en varias de sus sentencias, asignando a telos el significado de propósito. Decía que «El telos de la educación es la virtud«, «El telos de la retórica es persuadir» y «El telos de la poesía es la emoción«.
Así, podemos observar que Aristóteles, al igual que sus predecesores, consideraba el telos como el objetivo o finalidad de los aspectos que describía.
Además de estos tres grandes filósofos, otras figuras destacadas del mundo griego también recurrían al término telos con el mismo sentido. Heródoto afirmaba que «El telos de la historia es la verdad«, mientras que Pericles sostenía que «El telos de la democracia es la libertad«.
Este uso generalizado del término en la misma estructura sintáctica que encontramos en Romanos 10:4 refuerza la idea de que telos se empleaba comúnmente para referirse a un propósito o causa final.
Es cierto que algunos teólogos afirman que en la literatura griega telos puede referirse a la «finalización» en un sentido temporal, pero este uso suele darse en estructuras sintácticas diferentes.
Un ejemplo sería la frase «Y entonces vendrá el fin«, que claramente se refiere a la conclusión de algo y no tiene relación con la estructura de Romanos 10:4.
Otra excepción puede encontrarse cuando el fin o la terminación coinciden con el propósito, como en «el telos del embarazo es el nacimiento» o «el telos de la carrera es llegar a la meta«. En estos casos, aunque se hable de un final, se entiende que este está alineado con el propósito o el objetivo.
No es casualidad que la palabra «teleología», derivada de telos, esté definida por la Real Academia Española como «la doctrina sobre las causas finales». Esto refuerza la idea de que el telos de la ley, es decir, su causa o razón de ser, es Cristo.
En conclusión, el uso de la expresión «el telos de» para indicar el propósito u objetivo de las cosas era tan habitual entre los hablantes griegos que el texto de Romanos 10:4 no resultaba ambiguo para ellos.
Los Padres de la Iglesia y Reformadores
San Agustín (354-430), uno de los pensadores más influyentes del cristianismo en los primeros siglos, al comentar sobre Romanos 10:4, expresó:
«¿Qué significa que Cristo es el fin de la ley? ¿Acaso significa que Él ha venido a abolir la ley? No, en absoluto.»
También afirmaba: «La ley no fue dada a los hombres para justificarlos, sino para mostrar su pecado y la necesidad de un Salvador.»
Esta interpretación coincide con la enseñanza de otros Padres de la Iglesia, como Santo Tomás de Aquino (1225-1274), uno de los más grandes teólogos y un influyente pensador cristiano. Comentando sobre Romanos 10:4, opinaba: «El propósito de la ley es llevar a los hombres a la justicia, es decir, a la fe, que es por medio de Cristo.»
En todos estos casos, dejo a disposición el texto completo y las referencias correspondientes por si se desea consultarlas.
En la misma línea de pensamiento encontramos a Martín Lutero (1483-1546), el protagonista más destacado de la Reforma. Interpretando Romanos 10:4, Lutero afirmaba:
«La ley conduce a Cristo, de modo que todo el que es justificado por Él ya no está bajo la ley, como se menciona en Gálatas 3:24: ‘La ley fue nuestro tutor hasta Cristo’.» Añadía además: «Por eso, la ley también es llamada portento de la fe… nos conduce a donde Cristo pueda encontrarnos.»
Esta postura coincide con otros reformadores, como Calvino (1509-1564), quien sostenía que «los Diez Mandamientos… no perdieron su vigencia con la venida de Cristo.»
Estos son solo algunos ejemplos de Padres de la Iglesia y reformadores que comparten la misma perspectiva que buscamos demostrar en este análisis.
Otros textos del Nuevo Testamento
En el Nuevo Testamento existen dos versículos que presentan exactamente la misma estructura gramatical que Romanos 10:4, en los cuales el telos de algo es claramente determinado.
Uno de ellos es 1 Timoteo 1:5, que dice:
Pues el propósito (telos) de este mandamiento es el amor nacido de un corazón limpio. 1 Timoteo 1:5
La mayoría de las versiones traducen directamente la palabra telos como «propósito».
Otro ejemplo se encuentra en 1 Pedro 1:9, donde se menciona:
Obteniendo el propósito (telos), el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas. 1 Pedro 1:9
En el cual también el significado de telos es «propósito», ya que lo que el texto señala es que el propósito de la fe es nuestra salvación.
Pasemos ahora al último punto, donde analizamos el contexto inmediato.
Lo que Pablo dice sobre el tema en el mismo libro de Romanos
A pesar de que la literatura griega de la época, muchos padres de la Iglesia y reformadores, así como los textos del Nuevo Testamento, otorgaban a la palabra telos el significado de «objetivo» o «finalidad» en oraciones con la misma estructura que Romanos 10:4, vamos a suponer por un momento que, aun así, Pablo quiso darle en Romanos 10:4 a la palabra telos el significado de «finalización» o «terminación».
Para concluir que Pablo afirmó que Cristo es el final de la ley, necesitaríamos encontrar evidencia de que Pablo habló negativamente de la ley y, por lo tanto, consideraba necesario que Cristo le pusiera fin.
Sin embargo, solo considerando desde el capítulo 7 de Romanos en adelante, vemos que Pablo dice en el versículo 12 que la ley es santa:
De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno. Romanos 7:12
En Romanos 7:14 afirma que la ley es espiritual:
Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado. Romanos 7:14
En el versículo 16 menciona que la ley es buena, y en el versículo 22 declara que se deleita en la ley de Dios.
16 Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. 22 Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios. Romanos 7:16,22
En Romanos 8:4, Pablo manifiesta su deseo de que la justicia de la ley se cumpla en nosotros.
para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Romanos 8:4
En Romanos 9:4, incluye la promulgación de la ley entre una lista de cosas buenas como la adopción, la gloria, el pacto, el culto y las promesas. Y en Romanos 9:31, llama a la ley «ley de justicia».
4 que son israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas. 31 mas Israel, que iba tras una ley de justicia, no la alcanzó. Romanos 9:4,31
Con tantas afirmaciones positivas y elogios hacia la ley, resulta muy difícil pensar que Pablo estuviera diciendo que Cristo pondría fin a algo tan bueno, justo y santo.
Ahora, surge una pregunta:
Si la salvación no es por obras (y en esto estamos todos de acuerdo), sino por los méritos y la sangre de Jesucristo, ¿por qué Pablo habla de la ley como algo verdadero, santo, espiritual, bueno y digno de deleite? La respuesta es clara.
Tal como dice Romanos 10:4: «El telos, es decir, el propósito de la ley, es Cristo, para justicia de todo aquel que cree».
Esto tomando en cuenta solo el contexto inmediato de Pablo. Si consideramos lo que él escribió en otros libros sobre la ley, encontraremos muchos otros ejemplos similares. No obstante, solo quiero destacar uno en Gálatas 3:24, donde Pablo escribe:
De manera que la ley ha sido nuestro guía para llevarnos a Cristo, a fin de que fuéramos justificados por la fe. Gálatas 3:24
¡Qué coincidencia tan notable! Es la misma idea que intentamos demostrar en este post, solo que aquí Pablo lo expresa con palabras mucho más claras e irrefutables, para evitar ser malinterpretado.
En Romanos 10:4, Pablo dijo que el telos de la ley, es decir, el propósito, el objetivo o la finalidad de la ley, es Cristo. Precisamente por eso, en Gálatas 3:24, Pablo dice que la ley ha sido nuestro guía para llevarnos a Cristo. Más claro, imposible. ¿Lo ves?
Sé lo que estás pensando. «Pero yo no puedo guardar la ley, Christian, y tú tampoco». Lo sé, y es cierto. De la misma manera que ni tú ni yo podemos vivir la vida perfecta que vivió Jesús para darnos su ejemplo.
Pero la salvación consiste en «dejar que el amor de Cristo nos transforme a través del Espíritu Santo a su imagen y semejanza». Ninguno de nosotros podrá jamás decir: «mi vida es perfecta como lo fue la vida de Cristo». Sin embargo, cuanto más nos relacionamos con Cristo, más podrá el Espíritu Santo transformar nuestra vida a su imagen y semejanza.
¿En qué sentido fue perfecta la vida de Cristo? En que guardó la ley. Bajo el mismo criterio, es en base a la ley de Dios que mostramos nuestro amor por Él, nuestra fidelidad, y permitimos que transforme nuestras vidas a su imagen y semejanza.
Termino con una idea muy simple para que reflexiones en ella:
Jesús dijo en Juan 14:15:
Si me amáis, guardad mis mandamientos. Juan 14:15
Así que, si fueras el enemigo, lo primero que harías, ¿no sería intentar que los seguidores de Jesús se apartaran de los mandamientos?
Si Pablo dice que la ley es un guía que nos lleva a Cristo, si fueras el enemigo, lo primero que harías, ¿no sería intentar que los seguidores de Cristo desconozcan ese guía, diciendo que ya no existe?
Hasta aquí este post. Recuerda que la comprensión de estos temas puede estar relacionada con tu salvación eterna, porque como dice Romanos 10:17:
La fe viene por el oír, y el oír por la palabra de Dios. Romanos 10:17
Nos vemos en el próximo post.
Por CHRISTIAN JABLOÑSKI
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