Cuando el libro de Apocalipsis describe a los salvos en el tiempo del fin, lo hace en dos ocasiones, no en una sola, refiriéndose a ellos como “los que guardan los mandamientos de Dios.”
En Apocalipsis 12:17, se menciona que son aquellos “que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo.”
Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo. Apocalipsis 12:17
Asimismo, en Apocalipsis 14:12, se dice que son los que “guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.”
Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Apocalipsis 14:12
Sin embargo, no son pocos los cristianos que afirman que la ley de Dios fue anulada en la cruz, ya que así se les ha enseñado en su religión. Pero si esto fuera cierto, entonces, ¿por qué cuando Apocalipsis describe a los salvos, los identifica como “los que guardan los mandamientos de Dios”?
Te aseguro que, tal como lo indica el título de este post, si no comprendes el rol de los Diez Mandamientos dentro del gran conflicto, jamás podrás entender el Plan de Salvación.
Si deseamos estar incluidos entre los salvos, resulta crucial comprender sus características y cómo son descritos, ¿no te parece?
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Toggle¿Están anulados los diez mandamientos?
Como mencioné anteriormente, hay numerosos cristianos que sostienen que, tras la muerte de Cristo en la cruz, los Diez Mandamientos fueron anulados. Sin embargo, existe una gran cantidad de versículos que parecen contradecir esta afirmación.
Por ejemplo, en Mateo 5:17, Jesús declara que vino a cumplir la ley, no a abrogarla. ¿Acaso se abroga la ley cuando Él muere?
»No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolir, sino a cumplir. Mateo 5:17
Consideremos otro versículo: en Lucas 16:17, Jesús afirma que es más fácil que pasen el cielo y la tierra que se frustre una tilde de la ley. Pero, ¿se frustra la ley en el momento de Su muerte?
»Pero más fácil es que pasen el cielo y la tierra, que se frustre una tilde de la Ley. Lucas 16:17
En múltiples ocasiones, Jesús señaló que nuestro amor hacia Él se demuestra a través de la observancia de los mandamientos. En Juan 14:15, por ejemplo, dice:
Si lo amamos, guardemos sus mandamientos. Juan 14:15
En Juan 14:21, afirma:
El que tiene mis mandamientos y los guarda, ese es el que me ama. Juan 14:21
Y en Juan 15:10, declara que, si guardamos Sus mandamientos, permanecemos en Su amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Juan 15:10
¿Acaso, tras Su muerte, estos mandamientos ya no constituyen la prueba de nuestro amor?
He escuchado a algunos predicadores argumentar que cuando Jesús hablaba de “guardar los mandamientos” se refería a otra cosa, distinta de los Diez Mandamientos. No obstante, en Mateo 19:16-19, se narra que un joven rico se acercó a Jesús y le preguntó qué debía hacer para ser salvo.
Jesús le respondió: “Guarda los mandamientos.” Ante esto, el joven rico inquirió: “¿Cuáles?” Y Jesús le recitó los mismos mandamientos que aparecen en los Diez Mandamientos: “No matarás, no adulterarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio; honra a tu padre y a tu madre.”
Por lo tanto, no cabe duda de que Jesús se refería siempre a los Diez Mandamientos. Cristo cumplió la ley a lo largo de toda Su vida, y ¿es posible que, al morir, ya no sea necesario cumplirla?
Es evidente que no hay lógica en esta afirmación. Hay un desajuste con lo que dice Jesús.
Cabe destacar que he seleccionado solo algunos de los innumerables versículos del Nuevo Testamento, pronunciados por Jesús. Sin embargo, también hay varios versículos de los apóstoles que refuerzan esta idea, incluso después de la muerte de Cristo. En 1 Juan 2:4, el apóstol Juan escribe:
El que dice: «Yo lo conozco», pero no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso y la verdad no está en él. 1 Juan 2:4
Es importante notar que cuando Juan escribió esto, Jesús ya había sido clavado en la cruz.
Ante la abrumadora cantidad de versículos donde, de manera clara y sencilla, Jesús y los apóstoles reivindican los Diez Mandamientos, surge la pregunta: ¿cómo argumentan aquellos que afirman que la ley de Dios ha sido anulada y que los Diez Mandamientos están abolidos?
La respuesta es que lo hacen de manera sutil, elaborada y con argumentos rebuscados. En este análisis, abordaremos algunos de estos argumentos para desentrañar la falacia que subyace en cada uno de ellos.
La salvación es por fe y no por obras
El primer argumento que examinaremos es la afirmación: “La salvación es por gracia y no por obras.” En este punto, estamos de acuerdo.
Es común observar que cuando alguien intenta convencerte de que los Diez Mandamientos ya no están vigentes, dedica considerable tiempo a explicar que la salvación es por gracia o por fe, y no por obras; de ahí concluyen que, por consiguiente, la ley de Dios ya no es aplicable.
En la misma línea de esta falacia, argumentan que aquellos que creen que la salvación se obtiene a través de las obras son los que sostienen que la ley de Dios está vigente, a quienes descalifican llamándolos “legalistas.”
Como mencionamos anteriormente, estamos completamente de acuerdo en que la salvación es por gracia y por fe, gracias a la sangre de Jesucristo, y no por obras o por la observancia de los Diez Mandamientos.
Hay muchos pasajes en la Biblia que ratifican esta afirmación, como en Efesios 2:8, donde Pablo dice que somos salvos por gracia, por medio de la fe. Sin embargo, esto no tiene relación con la vigencia de la ley.
porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios. Efesios 2:8
Por tanto, ¿significa esto que, al ser salvados por gracia, ahora podemos matar, mentir, robar, etcétera? Es por ello que Pablo también aclara en varios lugares lo que sostiene en Romanos 3:31:
¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley. Romanos 3:31
Esto deja en claro que la ley sigue vigente. Así que, cuando alguien en tu iglesia, un pastor o un ministro, intenta explicarte que la ley de Dios ya no es válida porque somos salvos por gracia, debes estar atento; te están cambiando de tema.
Estos son dos asuntos distintos: uno es nuestra salvación, que se obtiene por gracia, y el otro es la vigencia de los Diez Mandamientos.
Por lo tanto, no es “legalista” pensar que la ley está vigente. Legalista es creer que la ley tiene el poder de salvarme, sosteniendo que somos salvos por nuestras obras.

¿Para qué sirve la ley?
Ahora bien, surge la pregunta: si somos salvos por gracia y por fe, pero la ley sigue vigente, ¿para qué sirve la ley? Y, por supuesto, cuando hablamos de ley, nos referimos a los Diez Mandamientos.
Existen múltiples razones por las cuales la ley sigue vigente, y sus funciones y objetivos se encuentran expuestos a lo largo de toda la Biblia. En esta ocasión, analizaremos dos de sus propósitos más importantes.
Una de las funciones de la ley es revelarnos nuestro pecado: sí, la ley actúa como un espejo. Este concepto está claramente establecido en el Nuevo Testamento. El apóstol Juan declara en 1 Juan 3:4 que el pecado es la infracción de la ley.
Todo aquel que comete pecado, infringe también la Ley, pues el pecado es infracción de la Ley. 1 Juan 3:4
Y el apóstol Pablo, en varias ocasiones, como en Romanos 3:20 y Romanos 7:7, afirma que es gracias a la ley que conocemos el pecado.
porque por las obras de la Ley ningún ser humano será justificado delante de él, ya que por medio de la Ley es el conocimiento del pecado. Romanos 3:20
¿Qué, pues, diremos? ¿La Ley es pecado? ¡De ninguna manera! Pero yo no conocí el pecado sino por la Ley; y tampoco conocería la codicia, si la Ley no dijera: «No codiciarás». Romanos 7:7
Es decir, debido a la existencia de la ley, somos conscientes de la existencia del pecado. Este principio es fácil de comprender: gracias al espejo, me doy cuenta de que estoy sucio, pero ¿puedo limpiarme con el espejo? No, necesito agua para hacerlo.
Es crucial que comprendamos esto para entender el gran conflicto y el plan de salvación. Todos los cristianos proclaman que Jesús vino a este mundo a salvarnos.
¿Pero salvarnos de qué? Los judíos creían que venía a liberarlos de los romanos y lo esperaban como un gran libertador, pero estaban equivocados, y por eso no lo reconocieron; esperaban algo diferente.
Los cristianos, por su parte, creen que Jesús vendrá a salvarnos de Satanás. Esta también es una interpretación incorrecta. Es cierto que al final vendrá como Rey a librarnos de Satanás, pero esto es una consecuencia de la verdadera liberación.
Jesús vino a salvarnos del pecado, y por eso tuvo que venir la primera vez como Sacerdote y ahora actúa como nuestro Sumo Sacerdote.
Presta mucha atención a lo siguiente, porque es fundamental para entender el plan de salvación: Jesús solo llevará de este mundo de pecado gobernado por Satanás a aquellos que primero haya podido salvar del pecado. Si no comprendes esto, nunca comprenderás el plan de salvación.
Jesús vino a salvarnos por gracia, por medio de la fe, como se menciona en Efesios 2:8.
porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios. Efesios 2:8
Vino a salvarnos del pecado, que, como explica 1 Juan 3:4, es la infracción de la ley.
Todo aquel que comete pecado, infringe también la Ley, pues el pecado es infracción de la Ley. 1 Juan 3:4
Si decimos que la ley ya no está vigente y la eliminamos, desaparece el pecado. Y si no existe pecado, ¿para qué necesito la gracia? Si no necesito gracia, ¿para qué necesito a Jesús? En otras palabras, si elimino la ley, estoy eliminando a Jesús.
Esto nos lleva al segundo objetivo: la ley nos guía hacia Cristo.
Este es el segundo motivo por el que la ley sigue existiendo: la ley es una guía que nos conduce a Cristo. Pablo explica esto de manera clara en Gálatas 3:24, donde afirma que “la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo.”
El «ayo» era una persona encargada de cuidar y llevar a los niños a la escuela. No era el maestro, sino quien guiaba al niño hacia el maestro. ¿Ves cómo ahora empieza a cobrar más sentido el concepto de la ley?

La ley en el plan de salvación
Ahora que comprendemos con mayor claridad algunos de los objetivos de la ley —enseñarnos nuestra condición y llevarnos a aceptar a Cristo— podemos contextualizar estos conceptos dentro del plan de salvación y explicar de manera sencilla y simplificada lo que la Biblia nos enseña.
Como mencionamos anteriormente, y tal como dice Efesios 2:8, «somos salvos por gracia, por medio de la fe». Somos salvos por gracia, porque Cristo murió por nosotros, y su redención es un regalo gratuito, un don inmerecido. No hemos hecho nada para merecerlo.
Y somos salvos «por medio de la fe» porque Dios salvará a aquellos que acepten, por fe, ese sacrificio expiatorio. Los salvos serán aquellos que amen a Dios. Como afirma 1 Corintios 8:3:
el que ama a Dios, ese es conocido por Él. 1 Corintios 8:3
Sin embargo, no podemos afirmar que amamos a Dios si no manifestamos amor al prójimo.
En Lucas 10:27, cuando le preguntaron a Jesús qué debía hacerse para heredar la vida eterna, Jesús confirmó que era necesario «amar al Señor tu Dios con todo tu corazón, …y a tu prójimo como a ti mismo».
Aquel, respondiendo, dijo:—Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. Lucas 10:27
¿Por qué? Porque, como Jesús explicó en Mateo 25:40:
si lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. Mateo 25:40
De ahí que en Juan 13:35 se nos dice:
En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos por los otros. Juan 13:35
Hasta aquí, todo parece perfecto y estamos todos de acuerdo. Pero surge una gran pregunta: ¿cómo demostramos ese amor a Dios y al prójimo? Ese es el quid de la cuestión.
La Biblia enseña claramente que el amor a Dios y al prójimo se demuestra guardando sus mandamientos. Guardar los mandamientos es una consecuencia del verdadero amor.
En Juan 14:15, Jesús declara:
Si me amáis, guardad mis mandamientos. Juan 14:15
Y en el versículo 21 añade:
El que tiene mis mandamientos y los guarda, ese es el que me ama. Juan 14:21
Finalmente, en Juan 15:10, afirma:
Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor. Juan 15:20
Imaginemos la siguiente situación: un hombre afirma que ama a su esposa, aunque de vez en cuando le es infiel, permitiéndose algunas «escapaditas». Dios nos dice: no, si amas a tu esposa, debes serle fiel. En la infidelidad o la traición no hay lugar para el verdadero amor.
En este contexto, encontramos a algunos cristianos que dicen: «Sí, yo amo a Dios, yo amo a Jesús, mi Cristo». Pero no guardan sus mandamientos.
Esto se debe a que la mayoría de los cristianos o enseñan que los 10 mandamientos ya no están vigentes —el tema central de este capítulo— o enseñan que están vigentes, pero los han modificado. Sobre este último grupo, hablaremos más adelante en otro post.
Por ello, el apóstol Juan nos advierte:
El que dice: ‘Yo lo conozco’, pero no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso y la verdad no está en él. 1 Juan 2:4
Asimismo, en Mateo 7:21, Jesús declara:
No todo el que me dice: ‘Señor, Señor’, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Mateo 7:21
Y luego, en el versículo 23, añade:
Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad». En realidad, el término original en griego es anomían, cuya mejor traducción sería «violadores de la ley». Mateo 7:23
Algunos podrían argumentar: «¡Ah, bueno! Entonces, estamos en las mismas. ¡Para ser salvos, tenemos que guardar los mandamientos!». Pero esto no es correcto; no es lo mismo, ni tiene relación directa.
Volvamos al ejemplo anterior para aclararlo. Una persona puede ser fiel a su esposa sin necesariamente amarla, ¿no es así?
Ese es precisamente el otro extremo del espectro. En este lado, encontramos a quienes intentan guardar la ley de Dios, pero lo hacen sin una relación de amor con Él.
Existen diversos motivos por los cuales alguien podría intentar guardar los Diez Mandamientos. Uno de ellos podría ser el deseo de ganar el cielo: «¡Me esfuerzo en guardar los mandamientos para ser salvo!». Esto es, en efecto, un ejemplo claro de legalismo.
Otros pueden guardar la ley por motivos sociales, quizá porque forman parte de una familia o comunidad religiosa donde se les acepta mejor si se comportan de manera religiosa. O, simplemente, porque fueron educados con altos estándares éticos.
En estos casos, se cumple la letra de la ley, pero no su espíritu. De esta manera, estas personas están «bajo la ley», pero no «bajo la gracia». Este era el problema que enfrentaban Jesús y sus discípulos con los judíos de su época: cumplían escrupulosamente la letra de la ley, pero carecían de amor.
Y, lamentablemente, este también es un problema que enfrentan no pocos cristianos hoy en día. La Biblia nos enseña que ninguna de las dos posturas extremas refleja una relación de amor verdadero con Dios.
Es crucial comprender esto, pues si lo haces, entenderás uno de los aspectos más importantes del plan de salvación.
Aquellos que se encuentran en el extremo izquierdo, quienes defienden que la ley de Dios ya no está en vigencia, acusan falsamente a quienes enseñamos la postura bíblica de ser legalistas y de estar «bajo la ley» y no «bajo la gracia». No te dejes engañar por esa falacia.
En Romanos 6:14-15, Pablo escribe:
14 El pecado no se enseñoreará de vosotros, pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia. 15 ¿Qué, pues? ¿Pecaremos porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? ¡En ninguna manera!». Romanos 6:14-15
Esto confirma que la ley sigue vigente para aquellos que están bajo la gracia. Pablo continúa explicando en el mismo capítulo que los que están bajo la gracia van dejando gradualmente la esclavitud del pecado, como fruto de la santificación, que lleva a la vida eterna.
Así es, Jesús vino a salvarnos del pecado, no a darnos licencia para ejercerlo. Cuando Pablo habla en Romanos 6:22 de que hemos sido libertados del pecado, no solo se refiere a que hemos sido eximidos de su condena, sino también a que hemos sido liberados de su práctica.
Pero ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación y, como fin, la vida eterna. Romanos 6:22
Por supuesto, esta liberación es gradual, pues la santificación es un proceso que dura toda la vida. En 1 Juan 5:3, se nos dice que:
el amor de Dios es que guardemos sus mandamientos, los cuales no son gravosos. 1 Juan 5:3
Esta obediencia a la ley, por supuesto, no es un medio para ganar la salvación, sino, como dice la continuación del versículo que hemos mencionado desde el principio en Efesios 2:8, que «la salvación es por gracia por medio de la fe», y luego el versículo continúa diciendo: «no es resultado de las obras, para que nadie se gloríe».
¿Notas la diferencia entre los dos extremos? Ahora, sin duda, el concepto de la ley empieza a tener mucho más sentido.
El plan de salvación es justo, razonable y sencillo de entender. Si logras comprender lo que explicamos en este post, el cual te dejo resumido en el gráfico de aquí abajo, no solo tendrás la base correcta para entender y disfrutar del plan de salvación, sino que finalmente podrás discernir la sutil falacia de quienes enseñan lo contrario.

Por eso, ahora tienen tanto sentido aquellos textos que, como en 1 Juan 2:5-6, dicen que «el que dice que permanece en Él, debe andar como Él anduvo».
5 Pero el que guarda su palabra, en ese verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él. 6 El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.El nuevo mandamiento. 1 Juan 2:5-6
Puedo asegurarte que, hoy en día, la mayoría de los cristianos se encuentran entre estos dos extremos. Y muchos están incluidos entre aquellos que han modificado la ley de Dios. Si la han modificado, tampoco la guardan.
Como siempre digo, cuando Apocalipsis 12:9 afirma que «Satanás engaña al mundo entero», incluye a la mayoría de los cristianos, quienes constituyen un tercio de la población mundial.
Sin embargo, si has sido capaz de entender, asimilar y aceptar el tema de hoy, habrás dado un paso crucial para comprender un tema fundamental del Apocalipsis: Por qué los salvos son «los que guardan los mandamientos de Dios».
No te olvides de continuar con la lectura de los posts que irán saliendo en los que seguiremos explicando temas cruciales. Así, paso a paso, podrás ir descifrando el mensaje que Dios tiene para sus hijos en este tiempo del fin, el tiempo en el que estamos viviendo.
No te quepa la menor duda: de la comprensión de estos temas puede depender la salvación eterna tuya y la de tu familia.

Por CHRISTIAN JABLOÑSKI
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