Esta es la segunda parte sobre el tema del estado de los muertos. En el post anterior, examinamos cómo se forma el alma y lo que ocurre con ella al morir. En este, nos enfocaremos en lo que sucede con nuestra consciencia después de la muerte.
El muerto esta dormido
Aunque te sorprenda, la Biblia habla extensamente sobre lo que sucede con la consciencia después de la muerte. De hecho, describe la muerte como un sueño, y a quienes mueren en Cristo como aquellos que están dormidos, esperando ser despertados. Aquí te dejo algunos textos para que los examines.
Leamos las expresiones bíblicas de los versículos de la imagen de arriba y dime si te transmiten la idea de que el alma deja de existir hasta la resurrección, o si, por el contrario, sugieren que sube consciente al cielo.
Aquellos que respaldan la falsa doctrina de la inmortalidad del alma no pueden ignorar estos versículos. Sin embargo, explican que el término «dormir» se refiere únicamente al cuerpo y no al alma.
Pero, ¿tiene sentido alguno decir que un cuerpo «duerme» mientras la conciencia permanece despierta? Porque, aunque el cuerpo esté quieto, acostado e inmóvil, seguirá consciente a menos que esté dormido, lo cual sugiere que el «dormir» está relacionado con la consciencia, y no con el cuerpo en sí.
Este es un concepto tan obvio que hasta un niño de 12 años lo entendería. Es un ejemplo típico del primer paso en las evidencias de manipulación del texto, como expliqué en el post «Como se manipula el texto bíblico», donde mencioné que no se mencionan los textos de la idea predominante.
Si se mencionan, se presentan como excepciones aisladas y luego se intentan refutar con interpretaciones contrarias a toda lógica. Aquí tenemos un excelente ejemplo. ¿Puede haber una explicación más ilógica que decir que lo que duerme es el cuerpo y no la conciencia?
Pasemos a analizar otro texto que a menudo se utiliza para justificar que el alma está consciente en el cielo:
Hebreos 12:1 dice:
Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante. Hebreos 12:1
Algunos argumentan, basándose en una suposición arbitraria, que la frase «teniendo en derredor nuestro» significa que las almas de los que están en el cielo nos observan desde allí arriba como testigos.
Sin embargo, con lo que hemos aprendido hasta ahora, es fácil darse cuenta de la sutileza del engaño. A simple vista, notamos que el texto es ambiguo, ya que la frase «en derredor nuestro» podría tener muchos significados.
En segundo lugar, es evidente que el texto está hablando de otro tema y en nada se refiere al estado de los muertos. Y, en tercer lugar, nos encontramos con una metáfora, al hablar de «una nube de testigos». Esto hace que sea imposible interpretar este texto sin considerar el contexto bíblico.
Al tomar en cuenta el contexto, no solo encontramos más versículos que nos impiden llegar a esa conclusión, sino que, además, el capítulo anterior, Hebreos 11, dice lo siguiente:
En el versículo 13:
En la fe murieron todos estos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos. Hebreos 11:13
En el versículo 16:
Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos, porque les ha preparado una ciudad. Hebreos 11:16
En el versículo 35:
no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección. Hebreos 11:35
Y en el versículo 39:
Y todos estos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido. Hebreos 11:39
Estos versículos muestran que estos personajes bíblicos murieron sin haber recibido la recompensa del paraíso, ya que aún deben esperar la resurrección, en consonancia con lo que la Biblia enseña en su totalidad.
Por lo tanto, la interpretación lógica, tomando en cuenta el contexto, es que la frase «teniendo en derredor nuestro» no significa que nos observan desde el cielo, sino que los tenemos presentes como ejemplos de fe.
Pasemos ahora a otro texto similar al anterior, que se encuentra en Hebreos 12:22-23:
22 Vosotros, en cambio, os habéis acercado al monte Sión, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, 23 a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos. Os habéis acercado a Dios, Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos. Hebreos 12:22-23
Quienes defienden la inmortalidad del alma interpretan que «los inscritos en los cielos» son las almas de aquellos que viven allí.
Sin embargo, al considerar el contexto inmediato del capítulo anterior, vemos que el texto está hablando de otra cosa, y que la interpretación es aún más ambigua, ya que no menciona a los que están en el cielo, sino a los que están «inscritos» en él.
La interpretación lógica, considerando el contexto, es que los héroes de la fe están inscritos en el cielo, a tal punto que Dios ya les ha preparado una ciudad, pero aún no han recibido lo prometido hasta que llegue el día de la resurrección.
Volviendo a los textos sobre la idea predominante, es importante señalar que no solo el Antiguo Testamento describe la muerte como un sueño, sino que el Nuevo Testamento también lo hace de manera unánime. Aquí te dejo algunos versículos que lo demuestran claramente:
Esto muestra de forma clara y contundente que toda la Biblia respalda la creencia de que, al morir, el alma no va al cielo, sino que deja de ser hasta que «despierte» en el día de la resurrección.
Ahora, analicemos uno de los textos más utilizados para defender la doctrina de la inmortalidad del alma y que, a la vez, representa una de las formas más evidentes de forzar un texto mediante su manipulación.
Se trata de la famosa frase registrada en Lucas 23:43, donde Jesús le dice al ladrón:
De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso. Lucas 23:43
Quienes utilizan este texto interpretan que es evidente que, al morir, el alma va al cielo, ya que Jesús le pudo decir al ladrón que ese mismo día estaría con él en el paraíso.
Este es un caso típico de traducción ambigua, ya que las comas simplemente no existían en el griego del Nuevo Testamento. Dependiendo de dónde se coloque la coma, Jesús pudo haber dicho también: «De cierto te digo hoy, estarás conmigo en el paraíso.»
Para que lo entiendas mejor, aquí te muestro el versículo en cuestión, marcado dentro del cuadro rojo del Códice Sinaítico.
Este es un manuscrito del siglo IV que contiene la copia completa más antigua del Nuevo Testamento. Como puedes ver, no existe ninguna coma en el texto, ya que los signos de puntuación aparecieron siglos después.
Hay varios motivos que demuestran que esta es la traducción correcta. Empecemos con el más obvio:
Cuando Jesús resucita, lo primero que le dice a María en Juan 20 es:
No me toques, porque aún no he subido a mi Padre. Juan 20:17
Esto sugiere que Jesús nunca pudo haber dicho al ladrón «que ese mismo día estaría en el paraíso», ya que Jesús mismo dejó claro que el domingo aún no había ascendido.
Con lo cual, la interpretación de que Jesús estaba diciendo que el ladrón estaría con él ese día en el paraíso es una suposición arbitraria. Como suele suceder al defender la falsa doctrina, de las dos traducciones posibles, se elige la más improbable.
Además, es importante recordar que la traducción siempre es interpretativa. ¿Qué significa esto? Que cuando un texto puede ser traducido de dos formas diferentes, el traductor debe elegir una de las dos posturas.
Por eso, en muchas versiones, encontrarás el texto traducido así: «De cierto, te digo ‘que’ hoy estarás conmigo en el paraíso», pero ese «que» no existe en el original.
El motivo por el cual digo que esta es una de las manipulaciones más descaradas es porque, siendo tan clara la suposición lógica y tan fácilmente comprobable, se sigue utilizando este argumento de manera continua. Es realmente sorprendente con cuánta ligereza se fuerza un texto bíblico.
Aunque este argumento ya debería ser suficiente, te voy a dar un par más. También es evidente que el ladrón lo entendió así, ya que justo antes de la respuesta de Jesús, en el versículo 42, el ladrón le dice a Jesús:
Acuérdate de mí cuando vengas en tu Reino. Lucas 23:42
Y así lo entendió también Marta, la hermana de Lázaro. Cuando se encuentra con Jesús, le dice en Juan 11:24, hablando de su hermano Lázaro que había muerto:
Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día final. Juan 11:24
Como dato curioso, te comento que he puesto la frase tal cual está en el original, sin las comas, en el traductor de Google, y la inteligencia artificial del traductor me arrojó la traducción que coincide con la suposición lógica, tomando en cuenta el contexto.
Como mencionamos anteriormente, muchos especulan con la conclusión ilógica de que cuando la Biblia dice que el muerto duerme, se refiere únicamente al cuerpo y no a la conciencia.
Sin embargo, lo que no suelen mencionar es que existen varios versículos (no solo uno) que dicen clara y explícitamente que al morir dejamos de tener conciencia.
Aquí abajo dejaré una imagen con estos versículos. Léelos y piensa sinceramente si te dan la idea de que, al morir, ascendemos al paraíso y seguimos conscientes, o si, por el contrario, quedamos en un estado de total inconsciencia hasta el momento de la resurrección.
¿Es lógico que, si al morir ascendemos al cielo, la Biblia explique que ese mismo día perecen nuestros pensamientos? Fíjate cómo todos estos textos, en primer lugar, están hablando claramente de lo que sucede cuando morimos.
En segundo lugar, todos arrojan la misma idea: que al morir cesan nuestras actividades, vamos al silencio, y perecen nuestros pensamientos. Y en tercer lugar, no hay ni un solo versículo en la Biblia que, hablando del tema, diga que el alma consciente se vaya a algún lado al morir, antes de la resurrección.
Por el contrario, siempre, en todos los casos, los versículos que se toman para justificar la falsa doctrina son versículos que no hablan del tema. Por ejemplo, consideremos un versículo en Hechos 20:9-11 que también se utiliza muchísimo.
Aquí se narra que un joven llamado Eutico se cae de una ventana de un tercer piso y es levantado muerto. Entonces, en el versículo 10, Pablo, abrazándole, dice: “No os alborotéis, que su alma está en él.”
Así que, algunos interpretan que aquí Pablo está diciendo claramente que el alma del joven aún no ha salido del cuerpo y se ha ido al cielo, sino que todavía está en él. Este es otro claro ejemplo de manipulación de un texto por una traducción ambigua. Permíteme explicarte por qué.
En la Biblia el alma es sinónimo de vida y de persona. Al morir, la persona deja de existir. El alma o vida deja de ser, porque para que exista la vida o el alma, se necesita el cuerpo y el soplo o espíritu de Dios.
Ya hemos visto anteriormente, cuando analizamos los textos que indican que el alma es inmortal, cómo se traducía la palabra alma (“nefesh”) en el Antiguo Testamento, o la palabra alma (“psujé”) en el Nuevo Testamento, indistintamente como alma, persona o vida.
Ya hemos visto en el ejemplo de lo dicho por Jesús al ladrón en la cruz que la traducción es una excelente forma de manipular el texto. Es el traductor quien decide qué palabra utilizar en lugar de “psujé,” que significa alma, vida, o persona.
Analizando un poco el contexto, podemos ver algunos versículos donde se utiliza la palabra “psijí,” es decir, alma, en el contexto de dar, perder, salvar o arriesgar la vida.
Fíjate cómo cambiaría el texto que estamos analizando si la palabra “psijí” se tradujera como vida en vez de como alma, tal como se hace en tantísimos versículos del Nuevo Testamento, entre ellos, los que mencioné anteriormente.
“No os alborotéis, que su vida está en él,” lo cual era una expresión común para decir que el joven estaba vivo. Dicho sea de paso, estos textos también sirven para mostrar que el Nuevo Testamento está lleno de versículos donde se dice que el alma puede morir o ser matada.
Volviendo al tema, aquí abajo te dejo una imagen donde se ve cómo se traduce esta frase en 19 versiones diferentes en español. Podrás ver que solo tres de ellas usan la palabra “alma”; el resto traduce lo que Pablo dijo como que el joven simplemente estaba vivo, que es el significado de la expresión.
Y ahora, hazte la pregunta: si un ministro, cura, pastor o lo que sea utiliza este texto para justificar la inmortalidad del alma, ¿está o no manipulando el texto bíblico?
Tomando en cuenta el amplio contexto bíblico hasta ahora analizado, donde pudimos ver que alma es sinónimo de vida, la conclusión lógica es que, como era común utilizar la palabra “psijí” en el Nuevo Testamento para frases que hablen de salvar, perder, quitar o preservar la vida, lo que Pablo estaba diciendo era simplemente que el joven aún estaba vivo. Siendo así, la interpretación primera es una suposición arbitraria.
Pasemos a analizar otro texto también muy utilizado: Hebreos 11:4. Este dice:
Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella. Hebreos 11:4
Algunos interpretan que el motivo de que Abel esté “hablando” aun estando muerto es porque ascendió al cielo y se encuentra allí. Ahora bien, si nos tomáramos el pequeño trabajo de considerar los otros dos textos en la Biblia que hablan del mismo tema, nuestra interpretación cambiaría completamente.
Uno está en Génesis 4:10, precisamente cuando Caín mata a Abel, y dice:
Y Jehová le dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra. Genesis 4:10
Es decir, no es Abel quien clama desde el cielo, sino su sangre derramada desde la tierra. El acto criminal debe ser juzgado.
El otro versículo está en Hebreos 12:24:
a Jesús, Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel. Hebreos 12:24
El contexto inmediato de lo que venía hablando Pablo en el capítulo anterior, donde dice que Jesús es el mediador del nuevo pacto y que su sangre rociada habla mejor que la sangre de Abel. Es la sangre derramada injustamente la que reclama justicia.
En Salmos 9:12 leemos:
Porque el que demanda la sangre se acordó de ellos; no se olvidó del clamor de los afligidos. Salmos 9:12
Así que, la interpretación lógica, tomando en cuenta el contexto, es que el acto de injusticia representado por la sangre inocente derramada habla reclamando justicia, siendo la primera interpretación una suposición arbitraria consecuencia de desconocer el contexto.
Exactamente lo mismo sucede con Apocalipsis 6:9-10, que muchas veces se ha tomado como argumento para defender la inmortalidad del alma, mencionando en este texto a las almas de los que habían muerto, que estaban debajo del altar, clamando a gran voz.
9 Cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los que habían muerto por causa de la palabra de Dios y del testimonio que tenían. 10 Clamaban a gran voz, diciendo: «¿Hasta cuándo Señor, santo y verdadero, vas a tardar en juzgar y vengar nuestra sangre de los que habitan sobre la tierra?» Apocalipsis 6:9-10
Lo que hemos mencionado anteriormente sirve para explicar este versículo, pero por si queda alguna duda, el versículo siguiente dice:
Descansarán todavía un poco de tiempo. Apocalipsis 6:11
Esto hace referencia al dormir de la muerte, ya que aún falta que se complete el número de mártires y el juicio. (No tendría sentido decir “que sigan descansando” si estuvieran en el paraíso. Como tampoco tendría sentido tanto clamor por justicia si estuvieran ya en el cielo disfrutando en la presencia de Dios.)
Apocalipsis 20:4 lo aclara aún más, describiendo a “las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios,” que es exactamente el mismo grupo descrito en Apocalipsis 6:9: “Los que habían muerto por causa de la palabra de Dios y del testimonio.” Y aquí viene la parte clave: dice que “vivieron, y reinaron con Cristo mil años.”
Vivieron quiere decir que estaban muertos y vivieron. Hasta aquí, la segunda parte de este tema crucial. No te pierdas el último post, donde analizaremos en detalle cómo será la resurrección. No te olvides de estar al tanto de todos los posts nuevos que irán saliendo en esta pagina.
Por CHRISTIAN JABLOÑSKI
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