En el post anterior, introdujimos el concepto de la salvación, basándonos en textos bíblicos y definiéndola de la siguiente manera:
La salvación es el proceso por el cual Dios, por su gracia, nos justifica mediante la obra redentora de Cristo en la cruz; a través de la fe, nos santifica por medio del Espíritu Santo, quien nos transforma a su imagen y nos capacita para dar buenos frutos.
Este tema ha sido objeto de numerosos debates teológicos, y con razón, ya que incluye conceptos esenciales como el perdón, arrepentimiento, victoria, tentación, seguridad, permanencia, obediencia, sumisión, predestinación, voluntad, pecado, justicia, y perfección.
Al tratar de comprender estos términos de manera aislada, es fácil caer en la confusión; por ello, en esta serie, los analizaremos a la luz de lo que enseña la Biblia.
Te sorprenderá lo sencillo que resulta comprender todo cuando se presenta de forma organizada y gráfica. Antes de profundizar en estos temas, es fundamental asegurarnos de que vamos por el camino correcto.
Para ello, no solo debemos confirmar que esta definición de salvación es bíblicamente sólida, sino también comprenderla en su totalidad.
Una de las mejores maneras de asegurarnos es compararla con la rica simbología bíblica que Dios ha utilizado precisamente para que este tema quede claro.
En este capítulo, analizaremos algunas de esas simbologías, algunas quizás nuevas para ti, y otras que ya hemos revisado, pero ahora vistas a la luz del concepto de salvación.
Veremos cómo todo encaja de forma asombrosa, demostrando que Dios emplea el simbolismo de manera magistral. Esto nos ayudará a responder una pregunta que todos, en algún momento, nos hacemos:
¿Cómo es posible? ¿Cómo es posible que Cristo y el Espíritu Santo interactúen en un pecador como yo?
Es un misterio, como la encarnación de Cristo: podemos decir que era 100 % hombre y 100 % Dios, pero ¿lo comprendemos en su totalidad? No. Lo mismo ocurre con el plan de salvación: podemos resumirlo en una definición, pero entender su funcionamiento es otra cuestión.
El primer paso es aceptar por fe lo que la Biblia promete. Es como el perdón: cuando oramos, confesamos nuestros pecados con arrepentimiento y fe, y debemos creer que Dios nos perdona, porque así lo asegura Su Palabra.
Para ayudarnos a comprender mejor, Dios ha dejado en las Escrituras parábolas, historias y el santuario, entre otros elementos llenos de simbolismo, que explican esta realidad desde múltiples perspectivas, haciéndola más accesible.
Aquí es donde la simbología bíblica se convierte en una herramienta invaluable. Si observamos con atención, toda la simbología sigue un mismo patrón para enseñarnos el plan de salvación. Comencemos con la simbología de la siembra y la cosecha, que es la madre de todas las simbologías (como afirmó Jesús).
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ToggleLa Simbología de la Siembra y la Cosecha
Cuando Cristo explica a sus discípulos el significado de estos símbolos a través de la parábola del sembrador en Marcos 4:13, Él dice:
Y les dijo:—¿No entendéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas? Marcos 4:13
En esta simbología, Cristo es representado por la semilla que debe morir para dar fruto. En Juan 12:23, hablando de su muerte en la cruz, Jesús dijo:
Jesús les respondió diciendo:—Ha llegado la hora para que el Hijo del hombre sea glorificado. Juan 12:23
Luego añade refiriéndose a sí mismo como una semilla:
De cierto, de cierto os digo que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo, pero si muere, lleva mucho fruto. Juan 12:24
En la parábola del sembrador de Mateo 13, los seres humanos somos representados por los diferentes tipos de terreno en los que cae la semilla. Así como no todos aceptan el sacrificio de Cristo, no en todos los terrenos la semilla prospera; solo en la buena tierra.
Numerosos pasajes de la Biblia indican que el agua simboliza al Espíritu Santo y que esta procede de Cristo. En Juan 7, Jesús dice:
37 En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo:—Si alguien tiene sed, venga a mí y beba. 38 El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior brotarán ríos de agua viva.39 Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyeran en él, pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado. Juan 7:37-39
Y se explica que de su interior correrán ríos de agua viva, refiriéndose al Espíritu que habrían de recibir los creyentes. Este versículo es revelador, ya que aclara que el Espíritu aún no había venido, porque Jesús no había sido glorificado. Vemos nuevamente que era necesario que Cristo muriera para que el Espíritu Santo pudiera venir con mayor poder.
Aquí abajo dejo algunos versículos adicionales que indican cómo el Espíritu Santo es representado por el agua que emana de Cristo o la lluvia que envía Jehová. Así, el agua del Espíritu nos riega y transforma, de tierra seca a árboles espirituales que dan fruto, los frutos del Espíritu.
De esta forma, comprendemos cómo el Espíritu Santo procede de Cristo y es indispensable para nuestra santificación. Así como el agua que Cristo ofrece representa al Espíritu Santo y es esencial para que la semilla germine, crezca y dé fruto, también es crucial en nuestra vida espiritual.
El profeta Jeremías resume esta simbología en el capítulo 17, diciendo:
7 »¡Bendito el hombre que confía en Jehová,cuya confianza está puesta en Jehová!,8 porque será como el árbol plantado junto a las aguas,que junto a la corriente echará sus raíces.No temerá cuando llegue el calor,sino que su hoja estará verde.En el año de sequíano se inquietaráni dejará de dar fruto. Jeremías 17:7-8
¿Existe una forma mejor de explicar el proceso de justificación y santificación? La simbología que exploramos coincide magistralmente con la enseñanza espiritual que estamos tratando. ¡Qué clara y fácil de entender resulta!
Lo más importante es comprender que estar bajo la gracia, aceptar la gracia por fe, significa necesariamente someternos a la transformación del Espíritu Santo.
Permíteme mostrarte un paralelismo con otra simbología que aún no he mencionado en mis posts y que trata sobre uno de los milagros más polémicos y menos comprendidos de Jesús.
La Simbología del Vino
Muchos se han preguntado o incluso escandalizado al saber que el primer milagro de Jesús fue algo aparentemente banal: convertir el agua en vino en una fiesta de bodas, según relata Juan en el capítulo 2. En esa boda, se habían quedado sin vino, lo cual era una gran deshonra en esa cultura.
Jesús instruyó a los sirvientes que llenaran seis tinajas de piedra con agua y luego convirtió el agua en vino. Sin embargo, lo que muchos no saben es que este asombroso acontecimiento tiene un profundo significado simbólico que ilustra la forma en la que Él vino a salvar a los hombres.
En la Biblia, como seguramente sabes, el vino es símbolo de la sangre de Cristo. En Mateo 26, Jesús le dijo a sus discípulos:
27 Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo:—Bebed de ella todos, 28 porque esto es mi sangre del nuevo pacto que por muchos es derramada para perdón de los pecados. Mateo 26:27-28
Así que, el vino producido milagrosamente por Jesús simboliza su sangre derramada en la cruz para el perdón de nuestros pecados.
Las seis tinajas representan al hombre. No es casualidad que sean seis, ya que, como dice Apocalipsis 13:18, el seis es el número que representa al hombre. Además, el hombre fue creado en el sexto día, lo cual refuerza esta asociación.
Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis. Apocalipsis 13:18
De la misma forma en que Cristo envía al Espíritu Santo, el cual es indispensable para transformarnos a Su imagen y semejanza, en la boda era indispensable que las tinajas fueran llenadas de agua, que representan al Espíritu Santo, para que Jesús pudiera realizar el milagro.
Las tinajas vacías, que representan al hombre, fueron transformadas en tinajas llenas del jugo de la vid para bendición de todos los presentes.
Es sorprendente cómo esta simbología logra transmitir un concepto tan complejo de una manera tan sencilla. ¡Qué forma tan perfecta de representar la salvación y hacerla comprensible para todos!
Pasemos a un tercer simbolismo, quizás uno de los que mejor ilustra el plan de redención.
La Simbología del Fuego del Santuario
Tal como explico en un post en el que hablo ampliamente sobre el fuego del testimonio, y cuyo enlace te dejo aquí, el fuego del santuario representaba el testimonio.
Al inaugurar el santuario, Dios envió fuego desde el cielo, encendiéndolo en el altar del sacrificio, lo que simboliza que fue Dios mismo quien envió a Su Hijo para morir por nosotros, tal como lo expresan muchos versículos de la Biblia, de los cuales aquí abajo te muestro algunos ejemplos.
Era tarea de los sacerdotes, como dice Levítico 6:12, mantener el fuego divino ardiendo continuamente y que no se apagara, de ahí el nombre “del continuo”.
»El fuego encendido sobre el altar no se apagará, sino que el sacerdote pondrá leña en él cada mañana, acomodará el holocausto sobre él y quemará sobre él las grasas de los sacrificios de paz. Levítico 6:12
Dentro del lugar santo estaba el candelabro, que, a diferencia de lo que muchos creen, no tenía siete brazos, sino seis, y en el medio una caña, como dice Éxodo 25:31-32. Los seis brazos del candelabro, al igual que las seis tinajas, representan al hombre.
31 »Harás además un candelabro de oro puro; labrado a martillo se hará el candelabro; su pie, su caña, sus copas, sus manzanas y sus flores serán de lo mismo. 32 Y saldrán seis brazos de sus lados: tres brazos del candelabro a un lado y tres brazos al otro lado. Éxodo 25:31-32
El sumo sacerdote, quien representaba a Cristo, hacía dos cosas: primero, llenaba de aceite el candelabro. Como ya sabes, el aceite representa al Espíritu Santo y es llamado el aceite de la unción.
Y luego encendía el candelabro con las brasas del altar del sacrificio, que representaban la muerte de Cristo en la cruz. Estaba prohibido en el santuario utilizar otro fuego; precisamente, Nadab y Abiú, los hijos de Aarón, murieron por usar «fuego extraño».
Así, el fuego que representaba a Cristo, del altar del sacrificio que simbolizaba Su muerte en la cruz, ardía en los brazos del candelabro, que representaba a los hombres, gracias al aceite que simbolizaba al Espíritu Santo, el cual era provisto por el sumo sacerdote, representante de Cristo. De este modo, la oscuridad era transformada en llamas que iluminaban el mundo.
No cabe duda de que el simbolismo encaja perfectamente con la enseñanza espiritual que estamos compartiendo. ¡Es increíble cómo se entrelazan la simplicidad y la profundidad de manera tan hermosa!
La Simbología del Cuerpo de Cristo
Otro simbolismo importante es el del Cuerpo de Cristo. En 1 Corintios 11:23, Pablo relata que Jesús, la misma noche en que fue entregado, tomó pan, lo partió y dijo:
Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. 1 Corintios 11:23
Así, cada vez que comemos este pan y bebemos de esta copa, anunciamos la muerte del Señor hasta que Él vuelva. La Santa Cena es, por tanto, una celebración establecida por Jesús para que los cristianos expresen públicamente su aceptación de Su muerte, renovando periódicamente, mediante este rito, nuestro deseo de ser transformados a Su imagen.
De la misma forma que en la Pascua el cordero que representaba a Cristo debía morir y luego los israelitas debían comer su carne, la carne que representa a Cristo también debía ser consumida simbólicamente, anunciando y aceptando Su muerte hasta que Él vuelva, aceptando al verdadero Cordero de Dios.
Observa que el simbolismo continúa. Así como Dios creó a Adán, y siendo un ser completo, permanecía inerte hasta que en Génesis 2:7 Dios sopló en su nariz aliento de vida, y solo entonces fue un ser viviente, sucede de manera similar en el mundo espiritual.
Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente. Génesis 2:7
Después de que Jesús murió y resucitó, se apareció a los discípulos reunidos. En Juan 20:22, dice que Jesús:
Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. Juan 20:22
De igual forma, el soplo de vida fue indispensable para que el cuerpo inerte de Adán viviera. Ese soplo representa al Espíritu Santo, y es indispensable para nuestra transformación.
Antes estábamos muertos, y ahora estamos “vivos” y somos una nueva criatura en Cristo Jesús; tenemos vida en abundancia, porque, como dice Gálatas 2:20, «ya no vivo yo, sino que vive Cristo en mí». Todo encaja a la perfección.
Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. Gálatas 2:20
Podríamos continuar con otros simbolismos, pero permíteme compartir uno más:
La Simbología de la Roca
En Éxodo 17:5-6, Jehová dijo a Moisés que golpeara la peña para que de ella brotara agua, y así, el pueblo pudiera beber.
5 Y Jehová dijo a Moisés: Pasa delante del pueblo, y toma contigo de los ancianos de Israel; y toma también en tu mano tu vara con que golpeaste el río, y ve. 6 He aquí que yo estaré delante de ti allí sobre la peña en Horeb; y golpearás la peña, y saldrán de ella aguas, y beberá el pueblo. Y Moisés lo hizo así en presencia de los ancianos de Israel. Éxodo 17:5-6
En 1 Corintios 10:4, Pablo menciona que todos bebieron la misma bebida espiritual porque bebían de la roca espiritual que los seguía; y la roca era Cristo.
y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo. 1 Corintios 10:4
Cristo era representado por la roca. Así como Cristo debía morir para poder darnos el Espíritu Santo, la roca que lo representaba debía ser golpeada para que de su interior brotara el agua, que representa al Espíritu Santo.
De esta forma, todos bebieron del agua que salió de la roca. Un pueblo condenado a morir de sed fue transformado en un pueblo saciado con agua abundante.
Ahora bien, Dios realizó esta simbología espiritual de proveer agua de la roca dos veces. La primera vez fue narrada en Éxodo 17, poco después de salir de Egipto y antes de llegar al Sinaí. Como hemos visto en el versículo 6, Dios le ordena a Moisés “golpearás la peña, y saldrán de ella aguas, y beberá el pueblo”.
Sin embargo, al final de los 40 años de peregrinación por el desierto, antes de entrar a la tierra prometida, nuevamente el pueblo de Israel se quejaba de la falta de agua.
Esta vez, Dios instruyó a Moisés de forma diferente. En Números 20:8, Dios le ordena a Moisés que esta vez debía hablarle a la peña en lugar de golpearla, y de ella saldría agua.
Toma la vara, y reúne la congregación, tú y Aarón tu hermano, y hablad a la peña a vista de ellos; y ella dará su agua, y les sacarás aguas de la peña, y darás de beber a la congregación y a sus bestias. Números 20:8
De igual manera, Cristo murió una sola vez y para siempre, y la roca debía ser golpeada solo una vez. Lamentablemente, Moisés no obedeció; golpeó la peña en vez de hablarle, y por ese error no entró en Canaán, tal como explica Deuteronomio 32:51-52.
51 por cuanto pecasteis contra mí en medio de los hijos de Israel en las aguas de Meriba de Cades, en el desierto de Zin; porque no me santificasteis en medio de los hijos de Israel. 52 Verás, por tanto, delante de ti la tierra; mas no entrarás allá, a la tierra que doy a los hijos de Israel. Deuteronomio 32:51-52
Esto muestra lo celoso que es Dios de la simbología, la cual ilumina con precisión las verdades espirituales que Él desea que aprendamos.
Antes de despedirme, quiero recalcar que aceptar la salvación con fe significa, sin excepción, dejarnos transformar por Cristo a través del Espíritu Santo.
Si no hay transformación ni crecimiento espiritual en nuestras vidas, es una señal inequívoca de que no estamos dando frutos de salvación. Jesús dijo en Mateo 7:
15Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. 16Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? 17Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. 18No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. 19Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego.20Así que, por sus frutos los conoceréis. Mateo 7:15-20
Nos vemos en el próximo post.
Por CHRISTIAN JABLOÑSKI
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